Joe Biden se reúne este miércoles con Vladimir Putin en Ginebra, Suiza, en el que será su primer encuentro desde que el demócrata llegó a la Casa Blanca. Como es sabido, Biden no es afín al ruso. Incluso se ha referido a Putin como alguien “sin alma” (marzo, 2011), un “asesino” (marzo, 2021), y cataloga a Rusia como una “autocracia”.

Sin embargo, la relación entre ambas naciones es más compleja que una serie de diferencias personales. Desde que Rusia abandonó el comunismo en 1991, esta ha sido de altibajos.

Bill Clinton (1993-2001) se reunió por primera vez con Boris Yeltsin, el primer presidente de la Rusia postsoviética, en abril de 1993. Su relación fue constructiva en términos de reformas políticas en Rusia, hasta que estalló la Guerra de Kosovo en 1998 y Yeltsin condenó la intervención de la OTAN.

En 1999 y 2000, Putin, quien sucedió a Yeltsin, habló brevemente con Clinton en dos eventos internacionales, sin grandes consecuencias. Por otro lado, el exagente de la KGB mantuvo una relación activa con George W. Bush (2001-2009), con quien se reunió al menos cinco veces entre 2001 y 2007. Sin embargo, en 2003, el Kremlin condenó la invasión estadounidense a Irak y, en 2004, el apoyo americano a la “revolución naranja” en Ucrania.

Barack Obama (2009-2017) llevó una relación edificante con Rusia durante su primer periodo. En 2010, siendo presidente Dmitri Medvédev (2008-2012), Obama logró que se firmara un nuevo Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (conocido como START III), que comprometía a ambas naciones a reducir en dos tercios sus arsenales nucleares.

Sin embargo, en el segundo periodo de Obama, ya con Putin de regreso a la presidencia tras fungir como premier (2008-2012), las relaciones decayeron. El asilo ruso a Edward Snowden en 2013; el reiterado apoyo de Putin a Corea del Norte; y la expulsión de Rusia del G8 (promovida por Obama) por la anexión ilegal de Crimea en 2014, provocaron el distanciamiento.

A partir de enero de 2017, Trump mantuvo una relación tersa con Putin, a pesar de que el FBI comprobó que hackers rusos interfirieron en las elecciones estadounidenses de 2016.

LEG