La confirmación del hallazgo de los restos de Jhosivani Guerrero de la Cruz ha caído como balde de agua fría a los familiares de los normalistas desaparecidos de Ayotzinapa, quienes desde septiembre de 2014 luchan por justicia y hallar a sus seres queridos.
Las partes humanas de Jhosivani analizadas en Innsbruck, Austria, fueron encontradas en la llamada “Barranca de la carnicería”, en Cocula, Guerrero.
El joven formaba parte de la comunidad de Omeapa, lugar que se encuentra a 15 minutos de la cabecera municipal de Tixtla y su lugar favorito era la llamada Casa del Activista.
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En su sitio de internet, el Centro Prodh detalla, con base en testimonios de sus familiares, que si algo caracterizaba a Jhosivani era su decisión de no migrar a Estados Unidos, tal como hicieron su padre (quien estuvo ausente nueve años) y sus hermanos (uno de los cuales murió).
Activista que pensaba en su entorno “antes de en sí mismo y de comprar tenis caros”, Guerrero de la Cruz sufría en su comunidad (conformada por 400 personas) las carencias de agua, internet y demás servicios básicos.
Para sostener sus estudios, el joven se ofrecía para acarrear agua. Jhosivani, quien tenía 20 años, añoraba ser veterinario.
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“Hablar de Jhosivani es hablar de un hombre que flaquea cuando algo no sale como lo espera, pero que no se deja caer; que descubrió que puede usar su voz y hacer la diferencia en su sociedad, que pide respeten su espacio vital, que no deja su mochila un segundo para que no le hagan maldades, que es quisquilloso hasta para comer”, se lee en la página referida.
FF