Las marcas se dieron cuenta que vender sus productos diciendo solo “cómprame” no funciona. 

Si el objeto en cuestión es lo suficientemente bueno, entonces no necesita seducir a su público. Pero la verdad, con tanta oferta, mucho de lo que consumimos tiene que aplicar técnicas de cortejo para captar la atención de las personas y generar mayores ventas.

Fue así como surgió la industria de la publicidad, una dedicada a crear anuncios e ideas para, como fin último, incrementar las ventas de sus clientes y, de paso, cubrir necesidades emocionales del consumidor. Un iPhone, por ejemplo, no se compra solo por su diseño, cámaras o capacidad de almacenamiento, sino porque tener uno, sobre todo si es el modelo más moderno, da estatus. Las botellas de Coca Cola se rumora que “destapan la felicidad”. 

Las bolsas Gucci pueden hacernos sentir tan poderosos e imparables como Emma Watson, una de las mujeres más destacadas del cine y la televisión.

Pero, en la era digital, ¿cómo seducir a un público víctima de tantos estímulos? Dándole muchísimo contenido, en todas las redes sociales con las que interactúe. Y un ancla clara para lograr conquistar su corazón son las efemérides, ya sea por curiosidad de las audiencias de saber, por ejemplo, de qué va el Día del Psicólogo, o porque realmente es algo que toca sus fibras, como Navidad o Día de las Madres.

Soy fiel creyente de que la mejor publicidad es aquella sutil. Por desgracia, la camiseta que se ponen las marcas en el mes del Orgullo LGBT+ se siente muy corporativa, y por eso carece de ser sublime. 

En primera porque muchas de ellas solo dan visibilidad a la comunidad en este mes, con mensajes de empoderamiento y amor propio. El problema radica en el resto de los 11 meses, donde muchxs pueden ser ignoradxs, con tal de caer en el clásico estereotipo de belleza y heteronormatividad para mantener contento al público conservador. Pero digamos que en junio se vale, porque todos levantamos la bandera.

El segundo conflicto surge con las intenciones de muchos de estos mensajes. En lugar de aprovechar la efeméride para tomar una postura que celebre, o dé visibilidad al amplio espectro sexual donde coincidimos como seres humanos, los mensajes, por los filtros corporativos u otras razones, son planos, vagos y a veces solo caen en cosas banales.

Por último, están las marcas tan tradicionales que o no dicen nada en este mes, o se ven obligadas a sacar algún mensaje por presión social. En algunos casos, es mejor no decir nada.

Las marcas tienen una participación ciudadana, además de un rol político importante, como nunca antes. Tal poder debería de ser usado para apoyar movimientos sociales.

Claro, su fin último es vender sus productos. Mas hay muchas formas de hacerlo mientras se une a una marcha que lo único que busca es equidad, y abrazar el amor en todas sus formas.

 

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