Mario Antonio Ramírez Barajas

Dr. Mario Antonio Ramírez Barajas

El deporte y la actividad física como fenómenos sociales ligados a la movilización de grandes masas atrae, inevitablemente, el interés de empresas y organizaciones quienes perciben en él una fuente potencial de ingresos económicos importantes. Por supuesto, no se equivocan, las cifras que representa como negocio son espectaculares.

Nuestra sociedad percibe a la práctica deportiva como una actividad benéfica para la salud, con valores positivos al fomentar la competencia el deseo de superarse, con el debido respeto a unas reglas. Actualmente tiene gran importancia en el empleo del tiempo de ocio. Son muchas las personas que dedican una parte de su esfuerzo diario a la práctica de alguna actividad física, a la promoción de la misma o a su seguimiento como aficionados. No es aventurado describirlo como el fenómeno sociolcultural de nuestros tiempos que va más allá del resultados deportivo.

Su impacto en la estructura económica ha generado crecimiento en industrias especializadas en la fabricación de material deportivo y la construcción de instalaciones deportivas; en servicios relacionados con la práctica de actividad física, organización de competencias y espectáculos. Ahora hasta el turismo se ve alcanzado en este punto, hay paquetes para viajar a las ciudades donde se realizan los juegos olímpicos o los campeonatos mundiales de fútbol, por ejemplo.

Los grandes consorcios comerciales no son ajenos a todo esto y hacen grandes esfuerzos por asociar sus productos a la imagen del deporte y, en especial, a algunos deportistas.

Las ciudades griegas apoyaban económicamente a los deportistas que los representaban en los juegos olímpicos, Ístmicos, Délficos, etc. En la época del imperio Romano, los oligarcas financiaban las luchas en el Coliseo y las carreras en el hipódromo. En la edad media los grandes señores feudales cubrían todo el costo de sus torneos entre caballeros, haciéndose cargo del hospedaje, la comida y los premios, inclusive.

A partir de existir competencias generadoras de espectáculo, hay dinero alrededor de ellas, el boxeo, fútbol y béisbol son un buen ejemplo de ello, sin dejar de lado al básquetbol o al tenis como grandes productores de riqueza.

En el sector público se ha asentado la idea de rentabilizar sus espacios. Ya sea por costos de mantenimiento u operación, actualmente se debe pagar una cuota de recuperación.

La demanda permanente de infraestructura y ofertas para su uso, es constante por parte de la población en general, sin embargo lo común es que tengan grandes deficiencias en su cuidado y no haya quien sea capaz de garantizar programas y apoyo técnico para quienes asisten a ellas. Esta es una de las razones por la cual, muchas de ellas estén subutilizadas.

El sector privado es costoso y de difícil acceso para las grandes masas. Son espacios cuidados, con buenas condiciones y respaldo en programas y asesoría.

Los equipos profesionales además tienen ingresos por entradas, los productos ventas en el estadio, de derechos de transmisión, patrocinios y licencias para reproducir la presencia del club en gorras, pines, tazas y todo lo que se les ocurra como posible para ampliar las ventas y los ingresos.

El deporte como una industria rentable y de gran aportación al desarrollo del país no ha sido reconocida lo suficiente, por eso vemos como en todos los niveles de Gobierno se regatea el apoyo presupuestal al deporte, en Cataluña, en España se reconoce una portación de 3.1 % del PIB y 2.1 % de empleo. En México valdría la pena realziar un estudio sobre su impacto real como industría y tal vez y lograr convertir esos datos en pol´ticas públicas orientadas a fortalecerlo como un instrumento soconómico y social de la misma dimensió del cine, la industria de la construcción o la automotriz, Muy probablemente nos resulte una sorpresa su imprtancia para la economía nacional.

AR

Es doctor en Administración Publica por la Universidad Anáhuac y presidente de la Federación Nacional de Ajedrez de México (FENAMAC).