No sirve lamentarse desde la comodidad de un asiento de piel, cuando no se hace nada para salvaguardar la seguridad de los trabajadores.  

Digo esto, ya que tras el incidente donde lamentablemente quedaron atrapados al menos siete mineros en una mina en el municipio de Múzquiz, Coahuila, Napoleón Gómez Urrutia no perdió oportunidad de rasgarse las vestiduras y mostrar una supuesta preocupación por ellos, cuando es de conocimiento general que sigue sin acudir a las minas y que ni por error convive con los afiliados a su sindicato.

Esta supuesta solidaridad la expresó vía redes sociales, detonando que la sociedad civil lo tachara de oportunista y mejor le recordará el accidente de Pasta de Conchos donde huyó, abandonando a las familias de los mineros fallecidos, tampoco logró evadir a quienes le recordaron que aún debe los 55 millones de dólares que le robó a los mineros de Cananea. 

Pobre Napito, a la gente le queda claro que lo de él no son las redes sociales y mucho menos la honestidad y empatía. 

Los lamentos no sirven de nada, lo que en realidad nos debe interesar es que lo sucedido en Coahuila no se repita, que la seguridad en las minas en todo el país esté garantizada al momento de ingresar a cada jornada laboral. 

Desafortunadamente, una vez más Coahuila es el foco de atención, una mina que colapsa a raíz de las lluvias y una comunidad que dice no haber sido escuchada tras la denuncia de posibles riesgos en el centro de trabajo. 

¿Dónde estaba el sindicato? ¿Dónde las autoridades laborales encargadas de la verificación de las minas? ¿La empresa realmente cumplía como patrón? Hoy, como es de esperarse, hay muchas más preguntas que respuestas y al menos quedan tres mineros atrapados. 

Es por ello de nuestra lucha e insistencia en capacitarnos, en realizar año con año nuestro Seminario de Seguridad y de pugnar para que las autoridades lleven a cabo y en plena transparencia los procesos de recuento donde se disputa la titularidad de los Contratos Colectivos de Trabajo, que los obreros sepan quiénes los van a representar. 

Las dirigencias en las minas no deben ser impuestas por el Gobierno, se debe contar con procesos legítimos. Hoy vivimos un fenómeno en el sector minero que nos hace sospechar que la balanza la están inclinando hacia un lado. Queremos dejar en claro que los líderes no se deben imponer a causa de la simpatía y amiguismo que guarden con el Gobierno, estos deben ser electos por los trabajadores mediante el voto libre, secreto y directo. 

Lo menciono porque hace unos días, en la conferencia mañanera, el presidente López Obrador hizo un llamado a Napillo para destrabar la huelga en la Mina San Rafael en Cosalá, Sinaloa, misma que su gente mantiene tomada por la fuerza desde hace un año y medio. Queremos suponer que se lo pidió, ya que es él, el responsable de dejar sin trabajo a más de 300 mineros, mas no el dueño del Contrato Colectivo de Trabajo (CCT).

Por lo que es necesario hacer ciertas precisiones: El CCT de la mina San Rafael está en pugna por tres sindicatos, rechazamos cualquier intromisión del Gobierno al mal informar o imponer a Napillo en esta sección. Es incorrecto que desde el Ejecutivo se llame a negociar a Napo con la empresa, ya que el hacerlo es designar mediante el famoso “dedazo” a un líder violando la legislación nacional y faltando a tratados internacionales.

Exigimos a la Secretaría del Trabajo de Luisa María Alcalde aclarar estos puntos al Presidente y a la opinión pública, y así abonar a la paz social y al cumplimiento de la ley.

 

@CarlosPavonC