Luego de un alejamiento de 30 años de la supervisión latinoamericana, el Gobierno de Joseph Biden-Kamala Harris vienen de regreso a reconstruir el modelo intervencionista del republicano Ronald Reagan, quien, por cierto, creó el modelo de organismos oficiales o semioficiales para financiar fundaciones y grupos nacionales ajustados al dominio estadounidense.

Con impulso de Reagan nació en 1983 la Fundación Nacional para la Democracia, un organismo bipartidista estadounidense, para distribuir dinero entre grupos conservadores enfrentados a las corrientes revolucionarias cubanas y entonces nicaragüenses y salvadoreñas. La FND, como tapadera de la CIA, según revelación del The New York Times, entregó fondos a alianzas democráticas mexicanas que estaban en la lógica estadounidense.

La directiva de seguridad nacional de Biden para mantener apoyos de fundaciones estadounidenses a organizaciones sociales y periodísticas que revelen la corrupción en sus países es un ejemplo menor del modelo Reagan. En ningún país la corrupción ha generado revoluciones. Y es paradójico que el discurso anticorrupción de López Obrador le dio votos en 2018 para ganar la presidencia. Y hasta ahora son más los expedientes de corrupción de los gobiernos anteriores a los que pertenecieron buena parte de los miembros de las organizaciones mexicanas que reciben dinero de Washington.

Las corrupciones son actos de Gobierno internos, por lo que el apoyo de la Casa Blanca a su revelación implica una intervención en asuntos internos de otros países. Y lo peor es que el tema de la corrupción, como sucedáneo del comunismo y el terrorismo, en realidad no es némesis de EU. De ahí que la agenda anticorrupción de Biden-Harris no va a determinar la agenda de Estados Unidos con México, pues los temas centrales son otros: migración, organizaciones criminales transnacionales y comercio globalizado.

 

Zona Zero

  • Después de su fracaso en Irak, Afganistán y Libia, la CIA ha perdido su eficacia desestabilizadora. Las relaciones de la CIA con la inteligencia mexicana la rompió José Antonio Zorrilla Pérez como director de la Federal de Seguridad –fundada en 1947 a instancias de la CIA– en 1984 cuando firmó acuerdos con la STASI, la agencia de inteligencia de Alemania comunista y le entregó, para el KGB soviético, archivos secretos de operaciones secretas de la CIA en México. El The New York Times documentó esta historia.

 

(*) Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.

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