Desde hace más de un siglo, la familia Nicanor se dedica al cultivo y capado del maguey para elaborar pulque, trabajo que ha sido la principal fuente de ingresos de seis generaciones de esta familia, transmitiendo los conocimientos ancestrales de este arte puramente mexicano de padres a hijos, de abuelos a nietos.

En el rancho La Chingada, en la alcaldía Gustavo A Madero, Adolfo, Roberto y Sebastián Nicanor dan continuidad al legado familiar a través de la comercialización del pulque y venta de alimentos para quienes recorren la Sierra de Guadalupe.

El pulque puede ser natural o curado de diversos sabores, servido en un pocillo de barro en el que, parezca que no, se disfruta aún más el sabor fresco, dulce y la textura un poco viscosa de la que fuera la “bebida de los dioses” de la época prehispánica.

Su elaboración es diaria y el precio va desde los 25 pesos los 250 ml de pulque.

Adolfo Nicanor tiene 70 años de edad, de los cuales la mayoría los ha dedicado a cultivar y capar el maguey, actividad que le fue heredada de su padre y que es la principal fuente de ingresos de su familia.

“Llevo treinta y cinco años capando maguey, pues desde mis abuelos, toda mi familia se ha dedicado a esto. Mi papá murió y es lo que hacía, andar en el campo e igual capar el maguey… Eso me inculco a mí y es lo que he hecho con mis hijos y nietos para que no se termine”, relata a 24 HORAS.

Puntualizó que al finalizar la vida del maguey, éste es cortado y utilizado para elaborar los lazos de ixtle o estropajos naturales, mientras que otra parte es utilizada como alimento para el ganado.

“Cuando un maguey termina su vida, la penca está chupada, entonces se corta para sacar ixtle, que sirve para lazos y estropajos, otras personas lo utilizan para darle de comer a las vacas, para ello se corta la parte más gruesa, lo que está pegado a la piña del maguey”, dijo.

Por su parte, Roberto Nicanor, hijo de Adolfo, comentó que desde hace cuarenta años se dedica a capar, raspar el maguey y elaborar pulque, actividad que también decidió enseñarle a su decencia, dado que el cultivo de maguey va en disminución, y al menos con su familia, busca mantener viva la tradición y la existencia de un producto arraigado en la memoria y las tradiciones de México.

“Me lo inculcó mi padre, aparte no tengo trabajo fijo (…) decidí enseñarle a mi descendencia esta actividad para que continúen, el maguey se va acabando, pero la familia no se acaba, por ello deben aprende el proceso y que no se pierda la tradición”.

Enfatizó que la elaboración del pulque es artesanal y natural, pues existen varios mitos: “Que no hablen mal del pulque, ya no tomen micheladas; pues algunos piensan que el pulque se hace con excremento de vaca o baba de nopal, pero son puros mitos, pues el pulque se elabora del maguey, y solo se usa agua miel para la elaboración”.

Por su parte, Sebastián Nicanor, nieto de Adolfo, señaló a este diario que a partir de que su abuelo perdió la vista decidió comenzar con la tradición familiar, por lo que ha aprendido a raspar el maguey, extraer agua miel y elaborar pulque; con el tiempo, el también piensa transmitir a sus hijos y nietos lo aprendido.

“Ahora que mi abuelo me está enseñando pienso transmitirlo a mis hijos y nietos… es de familia y vivimos de ello”, expresó.

¿Dónde? El rancho de los Nicanor se encuentra a unos pasos de la ciudad, pero dentro del Área Natural Protegida de la Sierra de Guadalupe, en la colonia Lomas de Cuautepec.

LEG