Francisco Diez Marina Palacios

A pocos días de la veda electoral y de conocer los resultados de la contienda, uno de los estados de gran relevancia política para el devenir es Querétaro. 

La entidad está anclada en una posición excepcional. Sobresale por ser un generador de empleos: tan sólo en mayo de 2019, casi la mitad de los 3 mil 983 puestos de trabajo creados a nivel nacional correspondieron a Querétaro. Por otra parte, se encuentra entre los primeros lugares en materia de competitividad y Estado de derecho.

Más allá de lo que nos han presentado las encuestas, se puede observar en el mapa político cómo éstas se han convertido en un instrumento meramente propagandístico, en lugar de actuar como un termómetro para medir objetivamente las preferencias electorales de los ciudadanos.

Todo indica que el 6 de junio los queretanos asistirán a las urnas y elegirán a Mauricio Kuri González como su próximo gobernador para el período 2021-2027; de ser así, a dicha entidad federativa nuevamente la gobernará el partido que obtuvo el triunfo en 2015. Cabe destacar la excelente labor de Agustín Dorantes en el proceso. Asimismo, los pronósticos apuntan una holgada victoria para Luis Bernardo Nava Guerrero en la capital del estado, quien busca reelegirse como presidente municipal y cuenta con un elevado porcentaje de aprobación —está dentro de los alcaldes mejor evaluados del país.

Ambos son ejemplos claros de que cuando las campañas se articulan de manera adecuada y los gobiernos acreditan públicamente un buen desempeño de sus funciones, es posible recibir una abrumadora respuesta por parte de la sociedad hacia tales proyectos. Por eso Querétaro es modelo electoral y referente nacional. En este sentido, resulta oportuno que las demás entidades analicen el caso queretano, máxime en el contexto actual —carente de alternativas y soluciones que encajen con los desafíos del futuro.

Como lo expresa Michael Sandel, profesor de Harvard, al inicio de su más reciente libro La tiranía del mérito: Corren tiempos peligrosos para la democracia.” Los gobernantes y los partidos políticos no han dimensionado ni comprendido el descontento social existente, mismo que ha alimentado las reacciones populistas alrededor del orbe. En medio de una atmósfera de profunda polarización y poca cabida para el diálogo, necesitamos urgentemente fuentes de cohesión, solidaridad y cultura cívica.

En estas campañas intermedias lo que la ciudadanía demanda son propuestas serias, responsables y con perspectiva, que tomen en cuenta el duro episodio de crisis por el cual atravesaron millones de familias y, en consecuencia, coloquen en el centro de la toma de decisiones ejes rectores, como: salud física y psicológica, educación de calidad, seguridad y prevención del delito, cuidado del medio ambiente, tecnología como motor del crecimiento, igualdad sustantiva, atención a grupos vulnerables, entre otros. Lo anterior, en última instancia, se traducirá en una mejor calidad de vida para la población.

Lo que sucede en Querétaro podría servir como brújula para quienes este domingo obtengan la mayoría de los votos y posteriormente ocupen un cargo público —federal o local—. No es un asunto de colores ni partidos, sino de articulación ordenada y coordinación de elementos. Aprovecho este espacio para reconocer el esfuerzo y compromiso de los otros candidatos, a quienes no les favorecerán las tendencias.

Reitero, después del 6 de junio, todos los mexicanos debemos apostar por trazar puentes de unión y no por asfixiarnos en las llamas de la división.

¿O será otra de las cosas que no hacemos?

Consultor y profesor universitario

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