Estamos a escasos siete días de las elecciones más importantes de muchos años para todos los mexicanos. Establecer condiciones de un equilibrio en el Congreso y en los poderes que rigen nuestra Constitución, que ayuden a ordenar el camino de la economía, el empleo, la salud, la educación, la seguridad, evitar la corrupción, la verdadera justicia y presionar al Gobierno a tomar medidas en beneficio real de la sociedad o en su defecto, seguir transitando con un Gobierno que no puede retornar la certeza jurídica y la confianza en la inversión a largo plazo, problemas en el sector salud con una falta de abastecimiento de medicinas para todo tipo de enfermedades (no solamente Covid), cambios constitucionales en donde la sociedad vaya hacia un camino más restringido, de menos oportunidades, de menos futuro, de un México en deterioro donde la inseguridad sea la característica diaria, donde siga la corrupción y que aquellos “verdaderos culpables” que tienen que pagar por todo lo robado a manos llenas durante uno o varios sexenios, sigan gozando de esa “libertad negociada” y sean los responsables de este gran hartazgo de la sociedad.

La sociedad está en un momento de gran reflexión, donde unos cuantos no pueden someter a 126 millones de personas a decisiones poco ortodoxas, pero también está cansada de esa gran “corrupción” y que sean ahora, algunos políticos y trabajadores del sector público, los grandes empresarios en el país. México no puede someterse por unos pocos.

Votar por un equilibrio de poderes no significa querer regresar así nada más al pasado. Queremos un cambio donde cada político y trabajador del sector público rinda cuentas día con día, donde impere una mayor seguridad para todos. Hablamos desde el mayor puesto de jerarquía como es la Presidencia de la República, hasta el menor puesto pero muy digno de limpieza, pasando por diputados, senadores y todo el poder judicial.

Estamos a unos pocos días de esta gran “definición”. Salgamos a votar por un México que vuelva a respirar por un futuro digno de oportunidades, especialmente para nuestros hijos y todas esas generaciones que de por sí, ya tienen una gran competencia tecnológica y de grandes cambios. El futuro de nuestros hijos está en juego.

La gran mayoría de los mexicanos somos apolíticos, queremos una vida digna en donde nuestra capacidad, habilidad y éxito profesional sea el que nos rija. Que cada día, salgamos a trabajar y ganar el dinero con nuestro propio esfuerzo. No necesitamos que el Gobierno regale dinero apenas para sobrevivir, queremos oportunidades reales en donde el esfuerzo de cada estudiante y cada persona, pueda llevar sus proyectos de vida a una realidad.

Queremos que el Gobierno sea un intermediario que facilite las condiciones para que se incremente el empleo, la productividad, el crecimiento económico y profesional de cada uno de los mexicanos. Queremos que se fortalezca el sector educativo y México pueda llegar a ser una potencia mundial, por qué no pensar en grande, pero dependemos de este cambio.

@1ahuerta