Estamos advertidos: si MORENA y sus aliados retienen la mayoría calificada (66% + 1 voto) en la Cámara de Diputados, López Obrador intentará eliminar el Instituto Nacional Electoral (INE) y manipular las elecciones—justo como en el viejo régimen priista—.

Y no lo digo yo, lo dije él. El 29 de abril pasado, en la conferencia matutina, el tabasqueño planteó suprimir el INE y mandar sus responsabilidades y atribuciones al Poder Judicial, que casualmente encabeza el esquirol obradorista y presidente de la Corte, Arturo Zaldívar (https://bit.ly/3fq4BcB).

Y hace unos días, el representante de MORENA ante el INE, Sergio Gutiérrez Luna, declaró que la Secretaría de Gobernación podría asumir la estructura y las funciones del Instituto (https://bit.ly/2R0aNyQ)—en otras palabras, Gutiérrez propuso revertir la histórica Reforma Electoral de 1996 que le dio plena autonomía al órgano—.

Bajo advertencia no hay engaño. Votar por MORENA, por sus aliados, o desperdiciar un voto opositor en Movimiento Ciudadano (sí, en la mayor parte del país votar por MC ayuda a MORENA; véase: https://bit.ly/3yFGiyX), es prácticamente votar por esta regresión democrática.

Cada quién decidirá, en la soledad de la casilla, si traiciona los principios de competencia plural y equilibrada que logró nuestra transición democrática a finales del siglo XX. Sí, esos que costaron sangre, sudor y saliva durante décadas.

Hay razones para el optimismo. Por ejemplo, 61% de los mexicanos dicen que el INE les da “mucha o algo de confianza” (https://bit.ly/3oWotXY) y, probablemente, no querrán ver que el Gobierno lo elimine e intervenga en las elecciones. Pero no nos podemos confiar.

La única forma en que podemos frenar la degradación obradorista es votando masivamente el 6 de junio por quienes tienen, según los datos, una mayor probabilidad de arrebatarle asientos al bloque presidencial en la Cámara de Diputados; es decir, el PRI, el PAN o el PRD (https://bit.ly/3yFGiyX).

La historia actúa de formas extrañas. Irónicamente, hoy votar por estas tres opciones es la mejor forma de preservar nuestra joven democracia electoral. Sin embargo, la rareza del evento confirma su gravedad. Esta es la última llamada antes de que regresemos al viejo híperpresidencialismo mexicano. Somos un sonámbulo que se acerca al vacío; o despertamos o caemos.

@AlonsoTamez

LEG