Bashar al Asad fue reelegido, sin sorpresa, presidente de Siria para un cuarto mandato, en unas elecciones celebradas en un país destrozado por la sangrienta guerra, a pesar de las acusaciones de Occidente de que los comicios no eran “ni libres ni justos”.

Durante una rueda de prensa por la noche, el presidente del Parlamento, Hammud Sabbagha, anunció que Bashar al Asad había sido reelegido con el 95% de los votos.

Según Sabbagha, 14,2 millones de personas acudieron a las urnas, de los 18,1 millones teóricamente convocadas a votar, lo que implica una tasa de participación del 76 por ciento.

Propulsado al poder en el año 2000, Asad reemplazó a su padre Hafez, fallecido tras 30 años en el poder con mano de hierro. El martes, criticó a los países occidentales, empezando por Estados Unidos y los países europeos, que consideraron que las elecciones no eran libres. En 2014, obtuvo más de 88% de los votos, según los resultados oficiales.

Antes incluso de que se anunciaran los resultados, cuando el escrutinio estaba a punto de terminar, decenas de miles de sirios salieron a las calles de varias ciudades del país.

En la localidad costera de Tartús varias multitudes ondeaban banderas y portaban retratos de Bashar al Asad, mientras otros bailaban y tocaban tambores, según imágenes difundidas por la televisión siria.

Miles de personas se concentraron también en Latakia, a orillas del mar, así como en la capital, Damasco.

LEG