Han pasado casi 15 meses desde que la pandemia del coronavirus arrastró a las poblaciones del mundo a sus casas. Si bien en algunos países no cesaron las manifestaciones masivas por diversas razones, como el sector de la población que no creía en la existencia de la pandemia, es ahora cuando son cada vez más comunes las protestas.

Solo durante esta semana vimos en el Bagdad iraquí oriental a cientos de personas exhibir al Gobierno por no proveer suficientes servicios públicos y por presuntamente matar a activistas civiles; un golpe de Estado en el africano Mali, donde la milicia detuvo y luego liberó a los gobernantes en turno; y marchas en la sudamericana Colombia que amenazan la estabilidad de un presidente Iván Duque cada vez más abajo en sus niveles de popularidad. Quizás el malestar nunca se fue, solo estaba confinado, pero ya no aguantó más.

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