La realidad del país y los enormes retos que se nos vienen encima nos obliga a, nosotros usuarios de redes sociales, a evitar la confusión entre la práctica del like y el otorgamiento de la confianza a un candidato a través del voto. Claramente, un corazón no debiera asumirse como un sufragio.

No cabe duda que el crecimiento exponencial que ha tenido el uso de las plataformas digitales en lo que a México se refiere se ha reflejado en una mayor atención al cúmulo de asuntos públicos, en particular a lo que acontece en materia electoral. No forzosamente se trata de un efecto positivo, debido a la frivolización y multiplicación de noticias falsas que ha caracterizado a este nuevo fenómeno, aspectos que lo alejan de la esencia de una campaña, que es el contraste de ideas y la presentación de propuestas.

Uno de los ejemplos más claros de la disonancia que existe entre el activismo en redes sociales y el ejercicio del voto es el caso del candidato de Movimiento Ciudadano al Gobierno de Nuevo León, el senador con licencia Samuel García, quien, a decir de ciertas encuestas, ha registrado un crecimiento en las intenciones de voto que lo colocan en la pelea por el encargo. 

Controvertido desde sus orígenes en la vida pública, Samuel García le ha apostado al manejo de una imagen frívola y vacía de contenido, caracterizada por el exceso de ocurrencias. A García se le puede ver, y esa es la percepción que se tiene, bailando, cantando, bromeando con su esposa y expresando una serie de improperios que muy nerviosos debería tener a los regios si es que sus posibilidades son serias.

Su estrategia se centra en el uso excesivo de las redes sociales -ha gastado en Facebook más de 6 millones de pesos entre agosto de 2020 y abril de este año, de acuerdo con una investigación del diario El Universal– y se dirige a un segmento de la población joven, que muestra poco interés en los asuntos políticos.

La ausencia de propuestas, la descalificación permanente y una imagen netamente aspiracional han alimentado la campaña de un candidato que ha sabido encontrar en la canción pegajosa, la sobreexposición de su esposa y el insulto a sus contrincantes la forma de crecer, pero que no ha logrado trazar la ruta para manejar a uno de los estados más importantes del país.

Los regios perdieron ya seis años con el primer experimento independiente. No se pueden dar el lujo de echar por la borda otro sexenio más. La disyuntiva está en saber diferenciar entre un intempestivo like y razonar de manera madura el voto que definirá el rumbo de aquel estado.

 

Segundo tercio. Con el abierto apoyo de Álvaro Fernández, director general de Grupo Alfa, a la candidatura de Francisco Cienfuegos, aspirante del PRI-PRD a la alcaldía de Monterrey, se entiende un respaldo de la más alta clase empresarial regia al abanderado tricolor. No es menor el gesto y es por ello que ha sido leído con mucha preocupación en el cuarto de guerra de Luis Donaldo Colosio. Ayer el directivo circuló un video en el que brinda su plena simpatía a Cienfuegos.

 

Tercer tercio. Tampoco es menor que los empresarios regiomontanos vean a Colosio como un joven inexperto que vive de su carisma.

 

  @EdelRio70