Así como baloncesto y beisbol encontraron su marco de emoción en las series a ganar cuatro de siete partidos y el futbol americano en un sistema de puntuación muy propicio para quedarse al borde de la butaca esperando remontadas, el futbol de balón redondo se descubrió a sí mismo en la regla del gol de visitante.

Hasta antes de su implementación a mediados de los años sesenta, primero en la Copa de Ferias (antecedente de la Europa League), luego en la Copa de Campeones de Europa (la actual Champions League), la única solución a mano era un cotejo de desempate. Solución impensable bajo la saturación actual del calendario futbolístico, aunque no dejara de ser un tema difícil por entonces (a la par de difícil, inevitable: en la mayoría de las temporadas anteriores al gol de visitante hubo uno o más duelos europeos que requirieron de un juego adicional en sede neutral).

Si acaso una corrección tendría que hacérsele en todo confín de la tierra: que a partir de los tiempos extra deje de contabilizar, pues concede una enorme desventaja al cuadro que cierra como local, treinta minutos más para que sus tantos tengan doble contabilidad.

En la Liga Mx me pueden explicar y enumerar enésimas estadísticas sobre las pocas veces que un equipo avanzó o fracasó en virtud de los goles de visitantes. Francamente, encuentro innecesario ese argumento. Lo relevante es que desde que arranca una eliminatoria a ida y vuelta, la noción del gol de visitante ya sobrevuela la cancha. Primero, obliga a quien comienza en feudo ajeno a anotar. Segundo, hace que quien inicia en su terruño aprenda a golear al tiempo que consuma malabarismos a fin de defender su puerta. Y, tercero, convierte las vueltas en ruedas de la fortuna emocionales: donde sabes que un tanto modificará absolutamente todo y transformará una hazaña realizable en una gesta reservada a noches de delirio (como aquella del Barcelona, arbitraje al margen, al recibir al París Saint Germain y verse obligado a meter seis goles).

La Liga Mx pretende mayores beneficios a quien hizo las cosas bien en el torneo regular y finalizó en la parte alta de la tabla. Siendo así, que sacrifique la absurda reclasificación que da pauta para ser campeón a quien sumó poco más del 33 por ciento de los puntos en disputa.

Ahora que si no pretende tocar ninguno de sus ingresos (incluidas esas cuatro repescas de tan reciente creación), entonces que proceda a no destruir el resto.

Solía decirse que el gol de visitante vale doble. Noción imprecisa, aunque coincido con ese doble valor en términos de emoción: por los que goles que entran en portería ajena, pero mucho más por los que no y tan sólo acechan, se huelen, se temen, elevando a otro nivel cardiaco a este deporte.

 

Twitter/albertolati

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