Sin duda estos últimos años han sido asombrosos, inquietantes y creo que hasta traumáticos. No que antes no pasaran cosas, o que no hubiera eventos importantes que recordar. Pero el hecho de ser testigos de una pandemia que ha sido capaz de poner a prueba a los gobiernos de todo el mundo, a la ciencia y, por supuesto, a cada uno de nosotros en nuestra vida diaria, nuestros hogares y nuestro trabajo, no es poca cosa. Tal vez mucho de lo que vivimos este último año o año y medio, pensábamos que sólo pasaba en las películas, más en específico en el género de la ciencia ficción.

¿Se acuerdan de las películas del Santo, que hablaban por un teléfono / televisión? ¿O en la serie viejita de Batman que se comunicaban con un dispositivo tipo reloj? Pues ahora nos comunicamos por nuestras pantallas ya sin el menor glamur de súper héroe. Se ha vuelto tan cotidiano que ahora todos, de todas las edades, incluso muchos que llevaron a ver a sus hijos El Santo contra las momias, tuvieron que ponerse al día y aprenderle a eso de la video llamada para poder dar su clase, tener su junta, dar su consulta o simplemente ver a la familia, porque cosas tan básicas como el contacto entre nosotros se volvió tabú.

En la película Ceguera, del inmenso director brasileño Fernando Meirelles, el mundo entero se ve inmerso en una epidemia de ceguera. Donde gradualmente todos, poco a poco van perdiendo la vista, al principio los gobiernos, en su eterno afán de mantener el control, decretan cuarentenas para separar a los infectados de los sanos. Pero poco a poco las cosas se empiezan a salir de su cause y llega un punto en el que la sociedad completa colapsa y nuestros protagonistas quedan solos, a su suerte.

Pero nuestra sociedad aún no colapsa, milagrosamente, y no sin mucho trabajo continúa avanzando. Con tremendos retos, sí, pero demostrando una capacidad de adaptabilidad asombrosa. Así como llegó la pandemia que tanto cacarearon los científicos, que son como la esposa del doctor en la película, los únicos que realmente pueden ver y a quienes los políticos del mundo constantemente dan la espalda, reduciendo los presupuestos para la ciencia al mínimo, así llegarán otros retos, inimaginables ahora mismo para nosotros, o que tal vez imaginamos e incluso mucha gente niega, y que preferimos no pensarlos en el día a día, como el calentamiento global o la contaminación de los océanos.

Pero dentro de toda esta marabunta de eventos, el que al parecer fue el menos importante, no sé, tal vez lo sea. A estas alturas las películas nos han preparado tanto para que suceda. Desde Encuentros cercanos del tercer tipo, Distrito 9, Arrival, o decenas de películas más, tenemos un abanico de opciones y escenarios enorme para imaginar lo que podría ser nuestro encuentro con otra civilización. ¿Son fantasías? Tal vez, así como pensábamos que era una fantasía comunicarnos a través de una televisión, también hay otras fantasías que nunca se han concretado como la máquina del tiempo. Pero no deja de sorprenderme la noticia de hace algunos pocos días y que pasó casi desapercibida: “El Pentágono acepta que existen objetos voladores no identificados y desclasifica documentos”.

Como diría Borges: “Si viéramos realmente el universo tal vez lo entenderíamos”.

   @pabloaura