José Ureña

Falta mucho, poco menos de cuatro meses.

Pero quienes se dedican a la diplomacia observan con atención el desarrollo de la mala relación de México con España.

El conflicto puede escalar, advierten.

Sus temores son porque a estas alturas el Gobierno mexicano no ha formalizado la invitación al Ejército de España para el Grito de Independencia.

Es una tradición:

Cada país convida a representantes militares a sus fiestas nacionales y por eso vimos desfilar a la representación mexicana en julio pasado por el centro de París.

Esta tarea corresponde al titular de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), ahora en manos del General Luis Cresencio Sandoval.

Sus antecesores lo hacían regularmente con mandos militares amigos, entre ellos los de Estados Unidos, Canadá, España, Gran Bretaña y no se diga centro y sudamericanos.

Inclusive se corrieron riesgos de confrontación cuando se invitó al general panameño Manuel Antonio Noriega, reclamado por Estados Unidos.

EL PERDÓN DESATENDIDO

Hoy, según fuentes diplomáticas, no se ha formalizado el trámite con España.

Hecho notable porque están vigentes las cartas y los reclamos presidenciales de pedir perdón a México por hechos violentos durante la Conquista, cinco siglos atrás.

Un reclamo inaceptable para el rey Felipe VI de España y el presidente Pedro Sánchez, quienes sin embargo muestran admiración por el pueblo mexicano y piden fortalecer los lazos de amistad.

Aunque todavía hay tiempo para el trámite, causaría mucho asombro si la representación castrense española no está en Palacio Nacional durante el Grito y el Desfile Militar de septiembre.

Sí estarían, en cambio, otras legaciones con las cuales hay mayores acercamientos: Rusia, China, Argentina, Bolivia…

Ellas verán las fiestas de conmemoración independentista y llegarán con la expectativa de escuchar un Grito con gran carga ideológica de un Gobierno a mitad de su mandato.

La afirmación de un proyecto cuya prueba pasará en junio por la criba de las urnas.

GÁNDARA Y EMPRESARIOS

1.- El crimen de Abel Murrieta dio ya un fruto maduro para Sonora.

Lo primero fue la definición del empresariado a favor del priista y aliancista Ernesto Gándara, El Borrego, ahora materializada con Ricardo Bours.

La suma del candidato emecista aspira a definir de antemano una elección destinada a calificar la política del Gobierno federal y en especial su estrategia de seguridad.

En adición, era la principal lucha de Murrieta, el abanderado de Movimiento Ciudadano (MC) a la alcaldía de Cajeme cuyo último spot lo dice todo.

En cuanto a Ricardo Bours, es notable su decisión porque va contra la voluntad de su hermano Eduardo Bours, quien como gobernador priista obstaculizó la carrera de Ernesto Gándara.

Y 2.- El compromiso empresarial era no despedir.

Sin embargo, la nueva legislación laboral ha generado ceses de trabajadores ante fundados temores de recibir sanciones.

Con un tema de desesperanza: esa gente no tiene ingresos económicos y tampoco expectativas de reinserción en el mercado.

Muchas firmas aseguran estar dispuestas a recuperar esa mano de obra cuando mejore la economía, pero esperarán resultados.

Pronto tendremos datos, pues una comisión da seguimiento al acuerdo tripartita entre empresarios, Gobierno y sindicatos.

Las opiniones expresadas por los columnistas son independientes y no reflejan necesariamente el punto de vista de 24 HORAS.