2020 llegó y muchos maestros tuvieron que adaptarse a dar clases en línea o perder su empleo. Sin embargo, nuestro tiempo encerrados no solo cerró puertas, también abrió muchas otras para educadores nuevos. Porque lo único a simple vista indispensable es una webcam y una cuenta de Google. Lo demás depende de cada tutor y su método.

Con un hambre como nunca por aprender nuevas cosas, además de tiempo en casa o fines aburridos, tienes a unos cuantos clicks de distancia cursos, talleres, diplomados o educación adicional sobre casi cualquier tema: ¿siempre quisiste aprender a cocinar como un experto? Master Class tiene clases dadas por Gordon Ramsay; ¿fue tu sueño frustrado aprender a diseñar para interiores, pero tu horario está más revuelto que una telaraña? Domestika te saca del apuro existencial sin tener que dejar tus prioridades a un lado; ¿la universidad nunca te dio los cursos necesarios para aprender y/o ser un pro en Excel? También puedes encontrar trucos y tutoriales para eso. Y si no quieres pagar ni un centavo para aprender algo nuevo, seguro rascándole bien a las búsquedas de YouTube encuentras algo excelente. Vaya, ¡hasta hay buenos samaritanos que te dan, paso a paso, una guía para quitarle el sarro a tu sartén! Así de maravilloso es el Internet.

Sin embargo, ¿cuáles son las consecuencias de tomar talleres en línea, sin ninguna interacción presencial? Parte del chiste de tomar un taller o diplomado, además de formar una nueva habilidad, son las relaciones. De una clase de pintura, por ejemplo, se puede encontrar desde un nuevo amigo hasta la persona que podría ser el amor de tu vida. También en el mundo profesional puede abrirte las puertas de formas inesperadas: nunca sabes quién puede ofrecerte un trabajo, o te quiera como socio en un startup prometedor.

Aunque hay talleres grupales en línea, muchos maestros podrían decirnos lo fríos y pesados que pueden ser. Si controlar un grupo presencial es difícil, imagínate uno digital donde la conexión de sus casas, además de la cámara, pueden no estar de su lado. Y la verdad nada reemplaza la calidez de la interacción presencial de un salón de clases.

¿Qué sigue, entonces? En el transcurso de estos días, varios docentes se están vacunando. Cuando lleguemos a estabilizar el Covid, muy probablemente las clases realmente volverán. Sin embargo, es muy probable que la oferta en línea siga en boga, sobre todo por quienes encontraron una nueva vía de educación sin sacrificio de traslado. Está bien tener ambas cosas, mientras no se olvide lo importante de la interacción personal. Aunque sea con unas chelas de fin de curso, ¿no?

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