En mayo de 2011, la Puerta del Sol, corazón de Madrid, captó la atención de las cámaras del mundo entero. Se hacían llamar los indignados. Llenaron la plazas de España protestando contra la crisis, el desempleo y la corrupción.

Alumbraron una nueva forma de protesta.

Jubilados, estudiantes, desempleados o asalariados acamparon durante semanas en tiendas de campaña.

“Sin la crisis financiera de 2008 no hubiera existido este movimiento”, explica Pablo Gallego, miembro de la plataforma Democracia Real Ya, que estuvo en el origen del 15M, como es mejor conocido en España. Ese 15 de mayo, las plazas de varias ciudades de España se llenaron de personas que respondieron a los llamados en redes sociales, su herramienta vinculatoria por excelencia.

Tres años más tarde, Podemos, un nuevo partido de izquierda radical, catalizó una parte de sus aspiraciones.

Su líder hasta hace unos días, Pablo Iglesias, él mismo parte de los indignados, ocupó una de las vicepresidencias del gobierno español entre enero de 2020 y marzo de 2021, cuando renunció.

Diez años después, ¿se apagó la indignación? Si bien Iglesias acaba de anunciar su retiro de la vida política tras una derrota electoral, los rebeldes de la Puerta del Sol creen haber sentado las bases de la lucha contra el cambio climático y de las manifestaciones feministas.

 

LEG