@guerrerochipres

 

El domingo 22 de mayo de 1994 salté la cortina de acero que divide la frontera de México con Estados Unidos en acompañamiento de la madre de Mario Aburto, María Luisa Ramírez, mientras desarrollaba una investigación periodística para La Jornada. Huían a ese país en busca de asilo político ante la gigantesca presión de autoridades federales como consecuencia del crimen.

La jefa de familia promovió y ha conseguido la relocalización del asesino de Luis Donaldo Colosio, de modo que estará ahora en el Centro de Reinserción Social de El Hongo, un penal de Baja California, en colindancia con California, donde su padre, asesino también pero del tío de Mario, se encuentra desde hace más de 30 años.

Mario Aburto tiene derecho a su traslado a un reclusorio cercano a su familia.

Pocos hombres tras las rejas son identificados por los ciudadanos y recordados por ser victimario y, al mismo tiempo, ser parte de una compleja época para la investigación y la justicia mexicana, que involucró a cuatro fiscales especiales del homicidio, cada uno con conclusiones divergentes.

Etapa de pasajes bochornosos por la confusión de la inexistente posibilidad de que hubiera dos Aburtos a partir de las diferencias de su aspecto, en que uno habría disparado y otro sería recluido.

1994 es el año de mayor convulsión en la historia reciente de México, por la violencia política, el proceso electoral y el último del mandato de Carlos Salinas de Gortari.

Desde la rebelión del Ejército Zapatista de Liberación Nacional en Chiapas, al homicidio de José Francisco Ruiz Massieu, secretario general del PRI, y la muerte de Colosio. Además del inicio del TLC y el error de diciembre que dañó en forma severa la economía nacional.

Ahora, como confirmación de las garantías de Aburto, la Comisión Nacional de Derechos Humanos registró la queja y pidió a las autoridades el traslado inmediato a El Hongo, que le permitirá mayor cercanía con su familia. Estaba preso en el penal 12 en Guanajuato.

El traslado no violenta la norma ni prejuzga sobre el imputado que hace la solicitud. Los padres de Aburto, desde Estados Unidos, consideran que el cambio debió darse antes y mantienen como punto de vista, por cierto indemostrable, que su hijo es chivo expiatorio y víctima de intereses para permanecer tras las rejas.

Tuve la oportunidad de hablar con la madre de Aburto para conocer la historia de su hijo. Conocí su casa y habitación. Trabajé un par de días en Cameros Magnéticos, la maquiladora donde él lo había hecho e hice contacto con algunos de sus compañeros, así como con su padre. El asesino de Colosio es muy inteligente. Se sentía enormemente frustrado con sus oportunidades presentes y futuras.

Hoy Aburto con 51 años de edad, seguirá cumpliendo la sentencia de 45.