En el escenario mundial figura dramáticamente la pandemia del Covid-19. De una u otra manera, todos los países del orbe se encuentran afectados, algunos más que otros. Son varios los daños que afectan a cada país, destacando, entre otros, el crecimiento exponencial de la crisis de salud y la exposición de la población frente a las nuevas variantes del virus. La vulnerabilidad del sistema general de salud en la mayoría de las naciones es alta y en algunas hay más posibilidades de resistencia.

A esto se suma la capacidad de solo un puñado de países para producir los biológicos que pueden frenar el crecimiento del virus. Al mismo tiempo, emerge la debilidad estructural de la mayoría de las naciones del orbe para generar un sistema de vacunación sin vulnerabilidades. Entre otros de los aspectos más relevantes, figura la situación económica que por el impacto de la misma pandemia ha generado mayores y graves polarizaciones sociales. Es decir, una mayor concentración de la riqueza en pocas manos y el crecimiento de la pobreza en amplios sectores de la población mundial.

Es por ello digno de destacar que, a través de la diplomacia solidaria, los gobiernos de México y Argentina se hayan asociado para producir y envasar biológicos como los de AstraZeneca, para distribuirlos en nuestra región. Pero también estos mismos países envasan localmente vacunas producidas en China (Sinovac/Coronavac) y en Rusia (Sputnik V). La diplomacia latinoamericana tendrá que brindar mejores frutos para vencer el monopolio de los biológicos. El proyecto de la política de integración en los planes de salud es una labor permanente que los gobiernos de la región deben seguir impulsando. Tal como Cuba lo ha hecho enviando a más de 30 países del mundo sus brigadas médicas.

De esa manera, unidos, los países latinoamericanos y caribeños tendrán más capacidad para vencer los retos que impone la situación adversa que hoy se nos presenta con la pandemia. La diplomacia latinoamericana tendrá que hacer una hábil y contundente política para vencer la resistencia de los monopolios de las potencias occidentales que controlan la producción y distribución mundial de vacunas de acuerdo a sus intereses. De esa manera, las vacunas deberán ser un bien público, para el bien de todos y sin exclusiones.

LEG