La agenda más radical de la 4T se ha acelerado en este año quizá por esa sensación que tienen de que las elecciones del 6 de junio podrían terminar con esa composición en la Cámara de Diputados sumisa y totalmente obediente a las órdenes de Andrés Manuel López Obrador.

La posibilidad de que en este país pudieran regresar los equilibrios entre los poderes es algo que aterra y es contrario al pensamiento de voz única que sustenta la llamada Cuarta Transformación.

Así que, antes de que se pudiera concretar esa pesadilla democrática, se han apresurado a aprobar algunos de los cambios legales más controvertidos de lo que va de este Gobierno.

A esta administración le alcanza para hacer cambios en leyes secundarias, no tienen el número de legisladores para cambios constitucionales. Por ello, no es tan difícil de entender que estas últimas modificaciones, las más radicales de la temporada, claramente vayan en contra de la letra constitucional.

En lo que va del año modificaron los alcances de la reforma eléctrica, de la reforma petrolera, ampliaron con un artículo transitorio la duración del mandato del presidente de la Suprema Corte y buscan obligar a los mexicanos a entregarles los datos biométricos.

Todas esas modificaciones y contrarreformas fueron de una sencilla aprobación en el Congreso, pero las cuatro enfrentan litigios en tribunales y las cuatro disposiciones legales radicales de la 4T de este año van a acabar en la Suprema Corte.

Esta radicalización legislativa ha provocado el rechazo unánime de todos los opositores al actual Gobierno, pero también la repulsión de no pocos personajes que abiertamente apoyaban la administración de López Obrador.

Ese sentimiento de que hay una apuesta hacia la radicalización se ha acentuado con el conflicto entre Morena y el Instituto Nacional Electoral y ahora con el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.

Sobre todo, porque el propio Presidente ha asumido el papel de líder de su partido y de su grupo y ha utilizado los recursos del estado, puestos a su servicio como presidente de los Estados Unidos Mexicanos, para hacer política facciosa.

Y si algo tiene garantizado este Gobierno es la aprobación de una muy amplia masa acrítica que fue encantada por estos verdaderos profesionales de la propaganda. Ahí sí no hay nadie mejor que ellos en México, nadie.

López Obrador no gusta de salirse del guión que él mismo escribió desde sus campañas políticas. Pero si la realidad de falta de resultados y un empeoramiento de la vida cotidiana de los mexicanos en tantas materias como la seguridad, la salud, la economía y demás, deberían obligarle a replantear el camino de la 4T, simplemente no lo va a hacer.

Va a tocar a esas instituciones que hoy cumplen con sus mandatos de autonomía y preservación del Estado de derecho, el resistir o bien sucumbir ante el poder de esa fuerza que tiende hacia el mando único de la vida política de México.

En muy pocas semanas se han quitado las caretas de lo que realmente se busca con la 4T. Por lo que está a prueba la resistencia de las estructuras y las instituciones que con tanto esfuerzo se han creado en México.

 

@campossuarez