Por ahí de finales de 2022, te llega el aviso: le toca ir a su centro de vacunación más cercano. Es lo bueno de ser un cincuentón, esa edad que justifica que en algunos medios digan cosas como: “Si tienes un viejito de 50 a 59 años en tu casa, avísale que le toca recibir su inmunización”.

Como eres un viejito digno e independiente y conservas cierta autonomía de movimiento, a pesar de los dos años de estar confinado, te lanzas al centro, te identificas, haces una cola rápida, contestas unas preguntas, y listo. Te ofrecen una silla para vacunarte. Ahí es donde te viene la primera pregunta:

Disculpe, señorita, ¿qué tipo de vacuna nos ofrecen?

Es la Patria, señor Patán.

Y donde llega la primera duda. Si las otras vacunas se conocen como “la Pfizer”, “la de CanSino” o “la de AstraZeneca”, e incluso como “la de Sinovac” y “la de la India” –por alguna razón, nadie se acuerda de Covaxin–, ¿por qué chingados le pusimos un nombre tan cursi? 

No es que uno dude de las credenciales de los que desarrollaron la vacuna, pues, pero, disculparán, Patria te remite a cuando Echeverría o López Portillo se gastaban una lanota en empresas paraestatales con nombres ostentosísimos que, sin excepción, se iban al basurero. 

Y entonces viene la segunda duda, ¿es confiable una vacuna a la que el Gobierno federal le invirtió 150 millones de pesos, o sea lo mismo que se le prestó a Epi y menos de lo que seguramente valen las casas de mi lic. Bartlett? ¿No será que Conacyt intentó desarrollarla con pelo de elote y baba de nopal?

La jeringa se acerca a tu brazo, tenso pero resignado, hasta que un nuevo sobresalto te hace detener nuevamente a la enfermera. “Permítame un segundo, señorita, por favor”, dices mientras te acuerdas de que Elena Álvarez-Buylla aseguró que Patria es “855%” más barata que las importadas, lo que significa que cada que te presentas a comprar un frasquito, te tienen que pagar. Y pos sí, titubeas, otra vez, porque los “otros datos” y las inyecciones no combinan bien.

Pero entonces te acuerdas de que en realidad la Patria no la concibió Conacyt, sino un equipo formado por científicos de la Icahn School of Medicine de Mount Sinai y de la Universidad de Carolina del Norte, que, les sorprenderá saber, no, repito: no son dos de las universidades populares mandadas a hacer por el Presidente.

Y entonces dices “Adelante, por favor”, sobre todo porque la enfermera, antes, te dijo que si la Patria no te latía, Cuba había enviado unas dosis de su vacuna, que se llama Soberana.

 

                                                                                                                                                      @juliopatan09