La llegada a una de las siete maravillas del mundo en la Península de Yucatán tuvo un transporte excepcional en Chrysler Pacifica, miniván que sacó lo mejor de sí sobre la carretera presumiendo su versatilidad, y nosotros fuimos testigo de ello.

 

El objetivo de la misión a bordo de Chrysler Pacifica en la Península de Yucatán tenía como objetivo llegar a Cancún saliendo desde Mérida, la Ciudad Blanca, sin embargo, un llamado sorpresa modificó un poco la ruta y se abrió una puerta para viajar en el tiempo: Chichen Itzá.

Un trayecto que inició con un paso lento para no encontrar la vía rápida que diera luz verde a la experiencia. El velocímetro subiendo poco a poco hasta rebasar los 120 km/h fue señal de que era momento para probar las verdaderas capacidades de Pacifica.

La carretera 180 que conecta Mérida con la Riviera Maya fue el trazado por el que la Chrysler Pacifica 2021 demostró sus capacidades con una solvencia excepcional. Lo primero que hay que destacar es que durante la travesía, la comodidad fue notoria, pues se tiene a disposición todo lo necesario para viajar sin mayor preocupación que la de disfrutar las diversas áreas que se van abriendo paso.

Aparece de frente una alfombra sobre la que rueda Chrysler Pacifica 2021 con soltura. Por lapsos grandes en rectas prologadas se puso a prueba la respuesta del Pentastar, y no decepcionó. Al momento que se le exigió a más de 150 km/h, el bloque que impulsa a la miniván dio una gran respuesta.

Tuvimos registro de todo gracias al clúster de instrumentos, en el cual se tiene acceso a la información del vehículo de manera fácil e inmediata, al igual que las asistencias, que por cierto, en trayectos largos son una tremenda ayuda.

En un punto, no había más que una línea que partía la vegetación. Solo se sentía la presencia de Pacifica con nosotros arriba. Llevándola y ella dejándose llevar dócilmente. El pie se llenaba de emoción con la potencia que después debía ser disminuida. Trabajo grandioso del sistema ABS en las ruedas para lograrlo.

Tras una hora y media de trayecto, aparece Pisté. Casas, negocios y los habitantes del poblado más cercano a Chichén Itzá son el aviso que de momento hay que dejar descansar a Pacifica. El trayecto se vuelve calmo y en un instante ingresamos al sitio arqueológico, donde las camionetas tomaron un descanso, mientras la fascinación aumentaba entre los que descubríamos la puerta hacia un viaje al pasado.

Sitio mágico, misterioso e ingenioso para que la mente lucubre miles de acontecimientos que se dieron en este lugar que es un imán de visitantes de todo el mundo. Varios meses estuvo cerrado por la situación que aún se vive, pero vuelve a recibir orgulloso a todos.

Ver y escuchar relatos de Chichén Itzá se quedan muy breves cuando se está en medio de ese lugar tan asombroso. Tan larga pudo ser la visita como tan breve. El tiempo se esfuma y la noción de este desaparece. Al cabo de un rato, había que continuar. Entonces de vuelta a Pacifica, a encender el motor, y la misión de terminar el camino por delante.

LEG