La mejor defensa que puede tener cualquier corrupto de este sexenio la encontrará en el hecho de que el presidente Andrés Manuel López Obrador se toma todo personal y en que cree que cualquier denuncia de una irregularidad es para afectarlo a él.

Así, ni el viejo político de las veintitantas casas, ni la secretaria de los terrenos regalados, ni la prima de los contratos, ni el hermano de los fajos de dinero tienen nada, verdaderamente nada, de qué preocuparse.

Lo más que puede llegar a suceder a aquellos que estén bajo el manto de la 4T, pero que no estén en ese primer círculo, es que los despidan si los cachan en la movida, pero la defensa presidencial estará garantizada.

Como la enfermera que pinchó, pero no aplicó ninguna vacuna a un adulto mayor en la alcaldía de Gustavo A. Madero en la Ciudad de México. Tanto la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, como el presidente López Obrador quisieron ocupar el lugar de las víctimas de un “compló”, en lugar de hacerse ver como autoridades y aprovechar la oportunidad para corregir lo que no esté funcionando y así refrendar la confianza en la vacunación contra el coronavirus.

Pero si Sheinbaum se siente víctima de difamación y López Obrador cree que el video que evidencia esa mala acción es un montaje, lo único que hacen es justificar algo que a todas luces atenta contra la salud de ese adulto mayor al que engañaron. Y contra todos aquellos que hayan sufrido la misma situación, esté o no documentado en video.

Si lejos de estar pensando en su popularidad estos dos personajes dieran un manotazo en la mesa para recomponer lo que claramente no está funcionando en la campaña de vacunación, evitarían este tipo de casos que por error o corrupción lo único que hacen es minar la confianza de los que están pensando si vale la pena recibir las inmunizaciones.

Y como colofón para aumentar la desconfianza social en el proceso, el propio Presidente anuncia que él no se va a vacunar. Esto, lejos de reflejar una especie de confianza divina, que ya sabemos que obtiene de su estampita del Detente, acaba por incrementar la desconfianza en las vacunas.

Este caso requería claramente de gobernantes, de estadistas, con autoridad y no autoritarios, no de integrantes de un partido en campaña. Pero es la misma situación que se repite con prácticamente todas las materias de Gobierno.

Y por más que los niveles de popularidad sean impresionantes, a pesar de los pobres resultados del Gobierno, lo que más se afecta es la confianza de los agentes económicos. O para que quede claro en sus términos, la confianza del pueblo.

Es así como un caso, o dos o diez casos, de una enfermera tratando de robar una dosis o muy cansada por aplicar miles de vacunas, que debió ser aprovechado para reforzar los protocolos y evitar que vuelva a suceder, es convertido por el Presidente en una oportunidad más para dividir, para sembrar rencores entre la gente y propiciar mayor división social.

Pero, por lo pronto, el primer efecto inmediato es la desconfianza en la vacuna, porque está claro que, ante la trampa, no pasa nada.

 

                                                                                                                                                   @campossuarez