He comentado antes que esta administración gobierna con base en inauguraciones y banderazos, una práctica cotidiana que se extiende a las llegadas de tantitas vacunas cada cinco días, las pistas del aeropuerto y las ceremonias con banda militar por cuanta fiesta patria. 

Bueno, esta semana vimos otro ejemplo, salvo que en este caso al banderazo se sumaron la casi totalidad de los gobernadores. Me refiero al llamado Acuerdo Nacional por la Democracia. ¿En qué consiste? El Presidente “llamó” (en la política mexicana se “llama” mucho, como habrán notado) a firmar un compromiso de no actuar chuecamente en las elecciones, y los gobernadores se presentaron a firmarlo. También fueron el fiscal general, con esa rabiosa independencia, y la secretaria de Gobernación, para sorpresa de nadie.

Me parece que la ocurrencia del Acuerdo habla mucho sobre el momento político que vivimos.

En el plano de lo obvio, es una excentricidad más. Digo, sí está medio locochón que los gobernantes, par de años después de ocupar el poder estatal o federal, vengan a asegurarnos que respetarán reglas, leyes, acuerdos. No, pos gracias. 

En un plan apenas menos obvio, es un acto de cinismo. Porque sabemos que los gobernadores suelen usar en beneficio propio o del partido los recursos públicos cada que se viene una elección, y sobre todo porque, para decirlo claramente, todos sabemos que esas reglas, leyes y acuerdos, en demasiados casos, de hecho ya se han incumplido. 

Porque el uso de los llamados programas sociales es el que todos sabemos, porque los Servidores de la Nación fueron vacunados para usar eso, la vacunación, como sabemos que se está usando con fines electorales, y porque las mañaneras siguen ahí, como si nada, por aquello de la propaganda.

Lo que de ninguna manera fue el Acuerdo es un acto inútil. El Presidente, faltaba más, le sacó provecho. Lo usó para salir de nuevo en la foto, mientras los gobernadores lo avalaban sentaditos en las sillas, y lo usó para reforzar oooootra vez el mito fundacional de Morena, la mentira de que hubo un fraude en 2006. O sea, para darle un raspón preventivo al INE; para dejar ahí la dudita, en el muy improbable caso de que las elecciones le resulten adversas y tenga que apelar otra vez a lo del fraude. 

Una de las escasas voces críticas fue, como es habitual, la del gobernador de Nuevo León, Jaime Rodríguez El Bronco, que dijo, con esa acidez norteña, que él solo había ido a pasear. Me temo, señor gobernador, que hizo mucho más que eso.

 

                                                                                                                                                @juliopatan09