En los hechos, la llegada de migrantes a la frontera sur de Estados Unidos incrementó 28% de enero a febrero pasados, según cifras oficiales; y en prospectiva, se espera que el fenómeno alcance niveles no vistos en los últimos 20 años en el corto plazo, advirtió el secretario de Seguridad Interior, Alejandro Mayorkas.

En la percepción, los republicanos juegan a vender una “crisis fronteriza” que la Presidencia juega a esquivar.

A la vocera de Biden, Jen Psaki, se le escapó ayer el término en la respuesta que dio a un reportero: “(…) esperamos que México sea un aliado en la crisis en la frontera”, dijo… y el resbalón no pasó desapercibido.

“Hace un momento se refirió a ‘crisis en la frontera’, ¿eso es un cambio en la forma en que la administración ve las cosas?”, le cuestionaron.

“Retos en la frontera”, atajó Psaki rápidamente, “y no (representa un cambio)”.

En el discurso, tomó relevancia la frase que repetidamente expresó el Presidente cuando hablaba de los viajeros en busca del sueño americano: “aún no es tiempo de venir”, puesto que la pregunta inmediata era: “¿entonces sí habrá un tiempo adecuado para migrar a EU?”. Si bien en las últimas horas tanto el mandatario como su vocería se han esforzado por acotar la frase a un contundente “no vengan”, aún hay fallas en la intención.

Apenas ayer, cuestionada porque en la frontera se podía ver a familias enteras ser recibidas en territorio de la Unión Americana -cuando difunden que la mayoría de personas son rechazadas-, Psaki reiteró el mensaje ambivalente: “Ahora no es el momento de venir. La gran mayoría de las familias no son bienvenidas”.

Para cerrar la jornada del jueves, los representantes aprobaron dos leyes migratorias impulsadas por la Casa Blanca, una para dar una vía a la ciudadanía a los dreamers -jóvenes indocumentados llegados siendo menores- y otra para trabajadores agrícolas… con pocas opciones de pasar en el Senado.

En su postura oficial, el Presidente reconoció la diversidad fundacional de EU: “en cada generación, América ha sido enriquecida con ola tras ola de nuevos migrantes”.

Infografía: Xavier Rodríguez

De regreso, con engaños de EU

El sueño de Dirlan Hernández de emigrar con su hijo a Estados Unidos se hizo pedazos. Tras una larga travesía desde Honduras logró cruzar la frontera, pero fue detenido y deportado a México bajo engaños.

Casos como este se multiplican en la mexicana Ciudad Juárez, a donde han sido devueltos más de 300 migrantes indocumentados solo en esta semana, pese a la flexibilización de algunas políticas por parte del demócrata Joe Biden.

Tras pasar dos días detenido en McAllen, Texas, junto a su hijo de tres años, un agente le dijo a Dirlan, de 30, que sería trasladado a Miami.

Horas después reparó que el lugar donde los dejaron, a más de mil km de McAllen, no era la tropical Florida, sino la desértica Chihuahua, en México.

“Cuando miré la bandera de México me di cuenta. No pensé que nos iban a tirar aquí como si nada”, dijo el hombre, y rompió en llanto.

Indocumentados son expulsados bajo el “título 42”, norma instaurada en marzo de 2020 por Donald Trump para prevenir la propagación del Covid-19.

LEG