Tarde se dio cuenta el presidente López Obrador que hay regiones completas del país en donde los candidatos a puestos de elección popular los impone el narco.

Se da sobre todo a nivel de presidentes municipales y diputados locales; si hay a nivel federal son casos poco conocidos.

Desde hace años, la delincuencia organizada se constituyó en partido político de facto, aunque esto no hubiera sido posible sin la complicidad o por lo menos el conocimiento de los partidos políticos formales.

La delincuencia organizada financia campañas de todos los colores, sobre todo en regiones de alta incidencia delictiva a la que no llegan, por precaución, insuficiencia, miedo o descuido, las fuerzas del orden, locales o federales.

Así, si un candidato a presidente municipal financiado por ellos gana la elección, generalmente les piden una cuota mensual, el cargo de jefe de la policía local o la construcción de las obras más grandes del municipio.

En marzo del 2018, el entonces comisionado de Seguridad en Morelos, Alberto Capella, denunció que el cártel de Los Rojos había financiado 11 candidaturas a presidencias municipales de 8 distintos partidos.

Después, cada edil ganador les entregaba mensualmente entre 100 mil y 500 mil pesos.

Qué bueno que lo sepa el Presidente, ahora, ¿qué va hacer?

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Quizá el nombre le suene conocido, Enrique de la Rosa Luna Parra.

Se hizo famoso, en el 2018, por tratar de quedarse, a la mala, con los terrenos del Junior Club, ubicado en la Colonia Condesa, gracias al patrocinio de una sospechosa huelga en la que también estuvo involucrado el dirigente del sindicato, José Luis Jiménez.

Cuando parecía que había una solución al conflicto, inflado artificialmente, aparecía de la Rosa para frenar el acuerdo.

El fin último era minar la rentabilidad del club con el objetivo de hacerse de los terrenos; lo hizo mientras se desempeñaba -es un decir-, como Director de Organismos Internacionales del Senado de la República, cargo al que llegó de la mano de Martí Batres.

De la Rosa hace gala de influyentismo y presume las relaciones que dice tener con Claudia Sheinbaum, a través de Héctor García Nieto.

En el 2019, cuando buscó hacerse de la Dirección General de Obras y Desarrollo Urbano de la alcaldía Cuauhtémoc, mediante su amistad con Néstor Núñez, con quien se ha relacionado gracias a su primo Francisco Ayala, sin importarle un posible conflicto de interés pues es dueño de una constructora y de una imprenta que le brinda servicio a Morena.

Este personaje de dudosa reputación ahora vuelve al escenario en busca de una diputación local; para ello busca granjearse el favor de José Alfonso Suárez del Real, secretario de Gobierno de la CDMX y hasta de los hijos de López Obrador a quienes les fabrica las etiquetas para sus chocolates.

Morena está a tiempo de evitar otro escándalo en la selección de sus candidatos, en este caso, al Congreso local, porque ciertamente el perfil de De la Rosa Luna Parra no encaja con la visión de una ciudad distinta, sin corrupción.

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Hoy, el auditor Superior de la Federación, David Colmenares, acudirá a la reunión a la que fue citado por la Comisión de Vigilancia que preside Mario Alberto Rodríguez Carrillo.

Se supone que es una reunión de trabajo que tiene por objetivo conocer cómo es que se cometieron errores contables en el caso de la auditoría de desempeño del aeropuerto de Texcoco, que motivaron la ira presidencial.

A la reunión acudirán los auditores especiales Gerardo Lozano Dubernard, Emilio Barriga Delgado y Agustín Caso Raphael.

A ver si en lugar de reunión de trabajo no termina el juicio sumario, como todo indica será…

LEG