Armando tiene 47 años y hasta hace ocho meses trabajaba como maestro de educación física en una escuela privada en el Estado de México, a causa de la pandemia fue despedido, ya que las actividades presenciales no están permitidas.

“Primero nos dijeron que planeáramos actividades sencillas para que los niños pudieran hacer en su casa, entonces les puse circuitos de saltos y estiramientos. No funcionó, porque las mamás decían que les era difícil mantener la atención de los pequeños”.

El profesor daba clases de basquetbol y acondicionamiento físico desde maternal hasta preparatoria, sin embargo, mantener el nivel se veía limitado al realizarse desde plataformas como Zoom.

“A los chavos les da flojera hacer ejercicio de forma virtual y los entiendo. No es lo mismo tener a tu coach en frente, tener canchas y a tus amigos. El deporte es un trabajo en equipo, y estando en su casa y con lo pesado de las materias académicas terminan sin hacer nada”.

La escuela tenía una plantilla de profesores de educación física de cinco y los fue eliminando uno por uno. “Nos comunicaron que todo estaba bajo control y que podían superar la crisis, pues las colegiaturas no las bajaron; aún así nos despidieron”.

El colegio los despidió prometiendo que serían recontratados al terminar la contingencia, hasta la fecha a ninguno de los maestros se les ha notificado que pudieran reintegrarse al equipo cuando las clases sean presenciales.

“No se me hizo justo, ya que los niños necesitan hacer ejercicio y a los papás no les bajaron ni un peso de colegiatura. En el plan de inscripción les venden un paquete que incluye deportes y ya no lo dan pero se los cobran”.

Actualmente entrena a dos exalumnos que buscan mantener el nivel de basquetbol que tenían antes de la pandemia para poder acceder a una beca deportiva en universidades privadas.

LEG