Uno de los escenarios menos deseables es un eventual fracaso de los mecanismos que la comunidad internacional ha puesto en marcha para garantizar un acceso más equitativo a la vacuna anti Covid-19. Nadie pretende que eso ocurra, pero al día de hoy las cosas no han funcionado como habían sido previstas.

Covax es un mecanismo multilateral encabezado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) que surgió con la finalidad de garantizar un acceso justo al antígeno al menos para 20% de la población mundial, sin que, hasta ahora, se haya entregado una sola dosis, lo que ha provocado un desequilibrio global en este proceso.

Entre sus objetivos, la OMS, órgano de Naciones Unidas, se comprometió a distribuir dosis “tan pronto como estén disponibles”, cosa que no ha sucedido, puesto que la vacuna lleva ya varios meses siendo entregada en distintos puntos del mundo, sin que este mecanismo haya podido cumplir con sus objetivos.

La propia ONU reconoce la enorme desigualdad en la distribución de este producto. Este organismo señala que diez países acaparan 75% de la sustancia, lo que se ha traducido en una situación de extrema urgencia para 130 naciones que, hasta hace unos días, no habían recibido ninguna dosis.

En un corte hasta el pasado 14 de febrero, se han aplicado 173 millones de vacunas, de las cuales ninguna ha sido entregada a través de Covax a los países más pobres o con menos influencia global para obtenerla mediante este mecanismo.

No se requiere ser experto en salud pública para calcular los efectos negativos que el acaparamiento genera en el mundo. Nadie, en ningún rincón del planeta, podrá estar a salvo mientras exista esta desigualdad provocada por el egoísmo y agandalle de los más poderosos.

En una lógica de mercado, resultaría natural que, quien tiene más y llegue primero, tenga acceso preferencial a un producto. Esto resulta profundamente injusto si se considera que los Estados con mayores ingresos cuentan con 16% de la población, pero han logrado acaparar 60% de las dosis que han producido las farmacéuticas privadas.

Se trata de una mala apuesta. Tampoco se necesita ser doctor en la materia para saber que, de no garantizar una cobertura universal, el coronavirus seguirá provocando un incremento de las muertes en países menos desarrollados, mantendrá su propagación y lo hará más propenso a mutaciones. Ante este panorama, las vacunas hoy existentes serán cada vez menos eficaces ante el inevitable surgimiento de nuevas cepas.

Segundo tercio. “Hay más de 100 países que no tienen una sola vacuna, eso nos parece injusto. ¿Dónde está la fraternidad universal? La ONU tiene que intervenir, porque parece un florero, está de adorno”, dijo ayer por la mañana el presidente López Obrador, en un comentario muy poco diplomático.

Tercer tercio. Llegaron las variantes. Ayer, el Instituto de Diagnóstico y Referencia Epidemiológicos confirmó lo que se temía. Se registró la presencia en México de la mutación E484K de las nuevas versiones del Covid-19 de origen sudafricano y brasileño.

                                                                                                                                        @EdelRio70