La inscripción añadida al Grito no fue trazada por nadie más que por el propio artista, Edvard Munch, concluyó el Museo Nacional de Noruega.

Escritas en lápiz, en la esquina izquierda de la parte superior del icónico lienzo, que se ha convertido en un símbolo de angustia existencial, las pocas palabras en noruego han alimentado durante mucho tiempo las conjeturas sobre la identidad de su autor.

La principal teoría hasta ahora sugería que fueron el legado de un espectador indignado, a principios del siglo XX, por la obra que representa una figura fantasmal con un rostro pálido frente a bóvedas celestes de colores brillantes.

Pero un examen por termografía infrarroja, realizado por el Museo Nacional de Noruega que tiene la versión en cuestión del Grito -Munch (1863-1944) pintó cuatro- llevó a otra conclusión.

“La inscripción es sin ninguna duda de Munch”, dijo la curadora Mai Britt Guleng en un comunicado difundido por el museo.

La primera presentación de la obra al público generó ese año críticas y planteó preguntas sobre la salud mental del artista, lo que, según Guleng, posiblemente llevó al artista a garabatear en el cuadro.

LEG