Pablo y Chantal son una pareja swinger que podría separarse debido a que la pandemia les arrebató la pasión desbordante que tenían entre ellos y con más personas tras el cierre de los clubes dedicados a proveer este tipo de intimidad.

“El hecho de no compartirnos con otras parejas ha afectado mucho nuestra dinámica sexual, pues acostumbrábamos ir tres o cuatro veces al mes y aunque hay amor, la verdad es que sí hace falta, y peor si le sumas el estrés general o el encierro” asegura Pablo, quien pidió mantener su verdadera identidad en el anonimato.

Pelirroja y con una personalidad seductora, Deus, fundadora de un grupo de swingers llamado “Las delicias de eros” menciona que tras un año, el freno en el flujo económico del sector también es devastador, pues al menos 80% de los clubes han cerrado y con ello meseros e incluso strippers fueron afectados.

Ataviada en un estilo Kinki, donde las medias de red, el bra con tiras y las gafas de ojo de gato destacan en su outfit, Deus asegura que si bien es duro perderse de esta costumbre que acusa de adictiva, es preferible no asistir a los pocos lugares que aún brindan este servicio.

“Conozco varios sitios que siguen organizando fiestas, con diez o 15 personas, con medidas de seguridad como toma de temperatura y la sanitización. Pero a mí no me da la confianza de asistir porque tú no sabes en qué momento puedes contraer coronavirus.”

Reglas para formar parte del estilo de vida

Ser practicante swinger no es solo cuestión de querer fundirte en una experiencia sensorial colectiva, sino que hay varias reglas básicas que cada participante debe saber y entender:
“NO ES NO”

Para oscilar libremente con cada compañero, los límites y el respeto son indispensables, ya que siempre debe haber un consenso de ambas partes.

“Siempre debe haber un acuerdo de palabra, o muchas veces los hacen incluso escritos para poder tener algo que te ampara” explica Deus, desde la experiencia que le han conferido 11 años en este mundo.

Higiene

Para asegurar que esta experiencia sea realmente hedonista, es decir, que cumpla sólo con traer placer y ningún problema, es importante tener una higiene personal rigurosa.

Asistir limpio a las reuniones, usar siempre protección y realizarse pruebas de manera constante para evitar contagios de enfermedades de transmisión sexual, son las formas.

“Ahorita el embarazo es el último punto, pero contagiarse es lo que le preocupa a muchos. Por ello siempre tienes que cuidarte mucho.”

Economía estable

En tercer lugar y como parte de las reglas más destacables, la solvencia económica es esencial, pues esta forma de vida es costosa.

“Como hombre sobre todo tienes que ser el proveedor, hay que tener una solvencia porque normalmente son lugares muy caros. Los hay desde 500 pesos por unas cuantas horas y hasta de 3 mil 500 por ocho horas. Además si una pareja invita a un tercero, por lo regular son ellos los que pagan, pero lo vale”, finaliza Deus.

Vanessa es mi alter ego

Margarita Jasso Belmont

“El mundo swinger es un ambiente hecho por y para mujeres libres e inteligentes”… Nunca olvidaré esas palabras que me compartió él, un empresario de más de 50 años bien aliñado que disfrutaba de ir cada fin de semana a esa casona ubicada en la alcaldía Benito Juárez.

Sus palabras -pronunciadas justo minutos después de haber estado en la cama, dentro de un cuarto obscuro, donde otras 20 parejas disfrutaban del placer- hicieron eco en mi cabeza y no entendí en ese momento a lo que se refería, pues era mi segunda vez en una reunión swinger, pero ahora… una década después… me hace total sentido.

En este medio me conocen como Vanessa, soy soltera y, aunque he tenido un par de parejas swingers que no significan un compromiso en mi vida personal, aprendí que me gusta más ir sola a los clubes y reuniones privadas que en este medio se organizan.

Y es que desde que entro a la casa u hotel donde es la reunión, comienzo a sentirme más segura de mí misma, veo quien está en las mesas, disfruto del show erótico que en la mayoría se ofrece, y espero a abordar a quien más me guste del club o me dejo seducir, normalmente por una mujer que acompaña a su novio, esposo o amante.

De entrada lo que puedo decir que es hay libertad para cualquier fantasía, no hay tabúes sobre tus preferencias sexuales, no hay prejuicios sobre tu cuerpo y, lo mejor, entre mujeres no hay esa absurda rivalidad de sentirse la más guapa, al contrario, reconocemos la belleza y hasta la disfrutamos en el cuarto solas o acompañadas.

Hay mucho respeto por la mujer, algo que pocos entenderán. Es sumamente placentero cuando te sientes deseada sin morbo y sin miedo. Lamentablemente en la calle o en otros lugares, te llegas a sentir deseada pero no dejas de sentir miedo por el acoso, el cómo te abordan, las palabras que utilizan o incluso la forma en cómo te agarran.

Pero en el mundo swinger te sientes libre, sin miedos y con una libertad sexual que pocas veces experimentas afuera, incluso con tus parejas.

Eso para mí es el swinger y sé que si voy sola, hay seguridad en los centros de reunión; que no dejan que los hombres se pasen de listos y no respeten nuestra ley máxima: El NO ES NO.

FRASE

“En los clubes he visto a mujeres, incluso de la tercera edad, disfrutar, gemir, pedir más y sentirse tan seguras de conquistar, si quieren, al mundo entero. Ahí no hay discriminación por los cuerpos, sólo la energía de con quién sientes confianza para compartir un momento de intimidad”, Vanessa, integrante de la comunidad swinger.
LEG