Es que no entienden nada, pinches fifís.

O sea, no, no hay vacunas. Ya veo las respuestas: “Es que hay desabasto mundial. Extrañas el chayote”. Pero no me refiero a esas vacunas. O sea, también. Ya sabemos que no las compraron, o no las suficientes, y que andan viendo de dónde sacan unas dosis gratis, para seguir poniendo dos inyecciones por hora. Pero pensaba en otras vacunas. La del sarampión, digamos, que ya volvió. O la de la polio, otra enfermedad que desapareció hace 30 años. La de la influenza. Esas enfermedades no las tiene ni el neoliberalismo. 

Claro que –volvamos al Covid– para qué quieres vacunas si no tienes planes de vacunación. Digo, haces una página para que la gente se apunte, la gente tarda tres días en hacerlo, luego resulta que no sirve de nada apuntarse porque de todas maneras tienes que llegar a formarte durante tres horas, eso con el antecedente de que no acabaron de inmunizar al personal de salud, pero vacunaron a los profes y a los servidores de la nación. O a lo mejor lo pensaron al revés y estoy siendo terriblemente injusto: “No te desgastes con eso, carnal. ¿Para qué hacemos un plan si de todas maneras no hay vacunas? ¿Otro mezcalito?”. En ese caso, mis disculpas. 

Aunque, propiamente, no hay ni vacunas ni medicinas. Ya saben: que el cáncer, que el VIH, que la esclerosis. Ahora sabemos por qué, gracias a una investigación de Impunidad Cero. Básicamente, para luchar contra la corrupción y para ahorrar, sin un plan B y con una indiferencia en verdad notable hacia las personas enfermas, incluidos los niños con cáncer, quitaron de las manos del IMSS la responsabilidad de adquirir medicamentos, para ponerla en manos de operadores políticos, y vetaron a las tres empresas encargadas de distribuir insumos médicos en el país. Los resultados, a la vista. Esos desabastos no los tiene ni el neoliberalismo.

Claro que habría que hablar también de la permanencia de López-Gatell, firme en el puesto pese a sus paseos playeros con 250 mil muertos por Covid, o de la actitud misma del Presidente ante la pandemia. Ya saben: no ponerse cubrebocas, por ejemplo, ni antes ni después de enfermarse. O los detentes. O subirse a un avión comercial con síntomas claros.

Así que, dirán ustedes, no hay manera de que se le recuerde, en sus propias palabras, como “el Presidente de la salud”. Pero, insisto, es que no entienden nada, pinches fifís. De la salud que habla es de la suya. La del atleta keniano. La del hombre que ni bosteza.

Ha de ser por el beisbol. 

 

                                                                                                                                      @juliopatan09