Héctor Zagal

El autor es profesor de la Faculta de Filosofía en la Universidad Panamericana.

Mañana, 17 de febrero, en México se celebra el Día del inventor mexicano en conmemoración del natalicio de Guillermo González Camarena (1917-1965). A Camarena le debemos la televisión a color. En 1939 creó el Sistema Tricromático Secuencial de Campos, el primero en su clase, que permitió la transmisión televisiva a color. Entonces empezaron a surgir procedimientos similares en otros países, pero todos basados en su idea original. Punto para la invención mexicana.

Uno de los motores de la historia es el desarrollo tecnológico. No me refiero a la actualización de la actualización de la actualización de nuestro celular o nuestra computadora, ni al nuevo modelo de pantalla más delgada, sino a los inventos que revolucionaron la vida del ser humano en todos los aspectos. Pienso en la comunicación inalámbrica, esa que permite que estén leyendo este artículo en algún dispositivo digital o que transporta la voz de su locutor favorito desde la cabina de radio a la comodidad de sus casas. Este tipo de comunicación es inmediata. La velocidad con la que se puede transmitir información ha acelerado la vida también. Una aceleración similar ocurrió tras el surgimiento del automóvil. Pero antes, mucho antes de que los autos surcaran (y congestionaran) las ciudades, se inventó un objeto que pondría a girar al mundo: la rueda.

No sabemos quién inventó la rueda ni tampoco sabemos con certeza cuándo (la evidencia más antigua de su uso es un pictograma sumerio que data del año 3500 a.C.), pero sabemos que este invento cambió la vida para siempre. La rueda permitió el transporte de mercancías, el desarrollo de la alfarería y de la construcción y, tristemente, la letalidad de la guerra.

La rueda es sólo uno de los muchos inventos que han revolucionado nuestra vida. Si hubiera un salón de la fama de inventos, junto a la rueda colocaría al inodoro y a las vacunas. ¿Qué opinan?

Dejo la historia detrás de grandes inventos para otra columna. Hoy quisiera centrarme en esta pregunta: ¿qué se necesita para ser inventor? A veces pensamos que las grandes ideas caen del cielo como manzanas maduras, listas para hincarles el diente. Pero si damos un paseo por la vida de los grandes pensadores e inventores de la historia, caemos en cuenta de que detrás de su éxito hay muchas pruebas y errores, noches en vela, discusiones. Detrás del momento de gloria hay una vida de perseverancia. De acuerdo con testimonios de familiares y amigos, sabemos que Camarena empezó a crear desde que era niño. Le atraían la electricidad y las radiotransmisiones y telecomunicaciones. Esta fascinación lo llevó a estudiar en la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica del Instituto Politécnico Nacional. Su pasión por los sistemas de comunicación, presente desde la infancia hasta su vida adulta, le permitió no sólo vislumbrar la posibilidad de la televisión a color, sino hacerla una realidad.

Parte del éxito está en poner manos a la obra, perfeccionar la técnica. Pero, ¿las grandes ideas no surgen de la acumulación de horas trabajando? Algunos piensan que llegan como un susurro que se oculta en el viento de la noche, o que invaden al artista como una fuerza sobrenatural que guía sus acciones. Esa era más o menos la idea que se tenía de las musas en la antigua Grecia; eran la fuerza que invade al artista y lo mueve para hacer grandes obras. Lo inspiran, esa es la palabra.

Trabajar duro y esperar ser elegido por las musas para que surja en nosotros la chispa de la creatividad, esa es la fórmula. O, como dijo Picasso: “Cuando llegue la inspiración, que me encuentre trabajando”. Y es que la musas sienten debilidad por las personas estudiosas, constantes y disciplinadas.

Sapere aude! ¡Atrévete a saber!

@hzagal

 

Profesor de la Facultad de Filosofía en la Universidad Panamericana