Tigres se convirtió en el primer equipo mexicano en clasificarse a la final de un Mundial de Clubes, después de derrotar 1-0 al campeón de la Copa Libertadores, el brasileño Palmeiras, en el Education City Stadiun de Rayán (Qatar).

Un gol de penal del francés André-Pierre Gignac permitió a los Felinos hacer historia en la cita planetaria, y ahora el conjunto dirigido por Ricardo Ferretti espera rival por el título, que saldrá del duelo de hoy entre Bayern de Múnich alemán y Al-Ahly de Egipto.

Tigres mejoró por tanto la mejor actuación de un equipo mexicano, y de cualquier otro representante de la Concacaf en las 16 ediciones previas disputadas del Mundial de Clubes. Necaxa (2000), Monterrey (2012 y 2019), Pachuca (2017), y el costarricense Deportivo Saprissa (2005) alcanzaron el tercer puesto.

El presidente de la FIFA Gianni Infantino presenció desde el palco la sólida actuación del equipo de Tuca Ferreti, quien sólo realizó una modificación respecto al once que jugó en cuartos; se cayó Francisco Meza y entró el paraguayo Carlos González, algo que se revelaría un acierto.

Los mexicanos no siempre tuvieron la posesión del balón, pero gozaron de las mejores ocasiones ante un Palmeiras que repitió el once de la final de la Libertadores.

Pese a un primer aviso con potente cabezazo de Carlos González repelido por Weverton en el minuto 3, fueron los brasileños los que llevaron el control más tiempo en el primer acto. Rony no tardó en probar al arquero argentino Nahuel Guzmán con un disparo lejano.

Otro más de Gignac

Los Felinos no se sentían cómodos y el balón no les duraba demasiado en las piernas, aunque Palmeiras no plasmaba el dominio en ocasiones claras.

Hasta que Gignac y el colombiano Luis Quiñones encontraron su inspiración minutos antes del descanso. Ambos hombres de ataque percutieron por el costado izquierdo creando peligro incesante.

La conexión Gignac-Quiñones protagonizó una buena jugada dentro del área con disparo desde una posición escorada del francés que el arquero brasileño envió a córner.

Poco después, de nuevo Gignac, obligó a Weverton con un remate de cabeza orientado. El arquero, vigente oro olímpico, fue el mejor de los suyos hasta el descanso.