Alonso Tamez

Ricardo Anaya inició su recorrido por mil municipios en 2021, con miras a reposicionarse como futuro candidato presidencial en 2024. Dijo hacerlo para “vivir los problemas como propios y encontrarles soluciones juntos”.

En su primer video, el panista visitó a una familia en Los Arenales, Hidalgo, a quienes apoyó con costales de maíz. A invitación de sus anfitriones, pasó la noche en la pequeña casa. Ese mismo día, Anaya también anunció que declinaría la invitación del PAN para ser diputado federal plurinominal.

En redes sociales hubieron diversas reacciones a la apuesta de Anaya. Unos criticaron su estrategia por ser una “copia” de los recorridos de López Obrador en años anteriores. Otros dijeron que el declinar la diputación era desperdiciar la oportunidad de liderar a la oposición desde las instituciones.

Por otro lado, algunos aplaudieron que Anaya le dispute al populismo obradorista los recorridos por México como herramienta de articulación política. O también que el recorrido realmente hará más “cercano” al panista.

Solo el tiempo y las encuestas—sobre todo tras la elección de junio, cuando se inaugure extraoficialmente la carrera presidencial de 2024—dirán si la estrategia correcta fue declinar la diputación y recorrer el país en un auto.

La realidad es que había una tercera opción: aceptar la diputación y encabezar la resistencia opositora ante los nocivos proyectos legislativos de MORENA; y, en paralelo, recorrer el país para construir una imagen de cercanía y empatía. Una cosa no está peleada con la otra.

Bien organizado, el calendario de un diputado federal da para recorrer esos 1,000 municipios, sobre todo por los recesos entre períodos legislativos. Probablemente no en un año, pero sí en dos o dos años y medio.

 

ica