A partir de la suspensión en Twitter de varias cuentas ligadas a seguidores del presidente Andrés Manuel López Obrador, se desató una crítica desde el Gobierno en contra la red social por “violar la libre expresión’’.

De tal magnitud es el enojo presidencial, que los congresistas de Morena entendieron como mensaje que había que ponerle un alto a la empresa del pájaro azul.

Desde hace unos días en el Senado, la bancada de Morena prepara un borrador de iniciativa para regular el espectro radioeléctrico, con dedicatoria a las que antes su líder llamaba las “benditas redes sociales’’.

No lo son ya, al menos para Morena, que durante los dos primeros años de Gobierno se apropió -por bots y seguidores de carne y hueso-, de Twitter.

Cualquier crítico de las acciones de Gobierno que osaba publicar en la red una crítica al Presidente era crucificado irremediablemente; algunos incluso amenazados de muerte.

Pero Morena ha ido perdiendo el debate en las redes.

A los seguidores de López Obrador les ha sido cada vez más difícil defender errores, omisiones, verdades a medias o francas mentiras.

El caso de la fracasada estrategia de vacunación no ha sido defendida con la vehemencia que los amlovers defendieron, por ejemplo, la cancelación del aeropuerto en Texcoco o la cancelación de las pensiones a los expresidentes.

No hay manera de defender una estrategia fallida desde el principio contra el Covid-19; quizá miles de quienes votaron por Morena en el 2018 han padecido los efectos de este mal globalizado y eso les ha restado entusiasmo.

Twitter es una empresa privada, con sus reglas, no es propiedad de ningún Estado y por lo tanto quien accede al servicio implícitamente acepta las condiciones establecidas por la propietaria de la red.

Su red, sus condiciones, así de sencillo.

Pretender regular, es decir, ponerle condiciones nativas a una red globalizada es un sinsentido; porque el debate lo ha perdido Morena, ya dejó de ser aliada y merece ser castigada.

Donald Trump prohibió la aplicación china Tik-Tok en Estados Unidos, porque decía que era una forma en que el enemigo comercial número uno de su país los espiaba.

Pero también por el auge que dicha red había cobrado entre sus adversarios internos, que utilizaban esa red especializada en videos cortos para
multiplicar por millones sus diarias parodias.

No vaya a ser el caso de México en contra de Twitter.

****

Los senadores de Morena no son los primeros en tratar de “regular’’ -léase censurar- una red de comunicación global.

En la legislatura pasada, el hoy gobernador de Hidalgo, Omar Fayad, quiso hacer lo mismo con Facebook y le fue como en feria.

Tuvo que retirar la iniciativa y disculparse; quiso hacerle un favor al presidente Enrique Peña, que un día sí y otro también era troleado por sus cotidianos errores.

Igualmente, una desvelada diputada local de Sonora y una diputada federal poblana que nada aporta al Congreso si no es escándalos y vergüenza, propusieron castigar la publicación de memes.

Les fue peor que a Fayad.

Fueron “memificadas’’.

****

Dice el Secretario de Hacienda, Arturo Herrera, que el Gobierno de México no compra vacunas “de segunda’’ y la rusa Sputnik-V tiene una efectividad del 94%.

Pues la OMS y la FDA tienen otros datos, al grado de no aprobar aún dicha vacuna, porque no ha terminado la Fase 3 de los protocolos necesarios.

Uno entiende las razones de Herrera para avalar la vacuna rusa; el mismo funcionario aseguró que mientras no se controle la pandemia, no habrá recuperación económica.

Si, pero que no sea a cualquier precio.

LEG