El COI debe convencer que puede organizar unos Juegos “seguros”, cuando la evolución de la pandemia y el acceso a la vacuna escapan a su control, luego de que el cielo olímpico se nubló desde la última reunión del cenáculo de Lausana, a principios de diciembre: se festejaba entonces la llegada de las primera vacunas, lo que reconfortó a un mundo deportivo ya satisfecho por haber podido reanudar sus competiciones.

Pero en el intervalo, varias mutaciones del Covid-19 fueron detectadas, empujando a muchos países a endurecer sus medidas de restricción para evitar la propagación de variantes, sospechosas de ser mucho más contagiosas.

A seis meses de la ceremonia de apertura, Japón decretó el estado de urgencia, y su opinión pública se muestra cada vez más hostil con la idea de albergar este potencial y gigantesco núcleo epidémico.

Asumen merma económica

Los organizadores japoneses, igual que el COI, están dispuestos a todo para que sean unos Juegos seguros en tiempo de pandemia, aunque hiciera falta renunciar al ambiente festivo que hasta ahora acompañó a la experiencia olímpico.

“¿Cuántos espectadores? ¿Podrá haber público?”, lanzó el dirigente alemán, evocando claramente la hipótesis de un evento sin gente en las tribunas, cuando los ingresos de los Juegos vienen esencialmente de su retransmisión por televisión, más que por la afluencia en los estadios.

En el mundo olímpico, en el que los deportistas preparan una de las citas más importantes de su carrera y donde muchas federaciones tienen en ellos su supervivencia financiera, la perspectiva de unos Juegos a puerta cerrada está ya asumida como una de las posibilidades.

“Me gustaría ver aficionados, ruidosos y apasionados”, reconocía el viernes Sebastian Coe, presidente de la Federación Internacional de Atletismo, a la BBC. 

“Pero si el único medio de organizar los Juegos es cerrar sus puertas (al público), creo que todo el mundo lo aceptará”, añadió Coe.

Todos unidos

Contrariamente al año pasado, los comités olímpicos canadiense y australiano habían rechazado enviar a sus deportistas a Tokio y empujado al COI a anunciar el aplazamiento de los Juegos, ahora Bach puede al menos contar con la unidad del mundo olímpico.

Pero el partido parece delicado para la instancia, que no tiene incidencia directa respecto a la evolución de la situación sanitaria, las restricciones de circulación, los avances en la investigación y la política de vacunas de los diferentes gobiernos.

Sobre este aspecto, el COI precisó que no sometería la participación a los Juegos al hecho de ser vacunado y que no reclamaría tampoco un acceso prioritario a las vacunas para los deportistas.

El COI anima de todas maneras a los deportistas vacunarse de aquí a los Juegos, una vez que las dosis sean accesibles a “un público más amplio”, para su seguridad y “por respeto al pueblo japonés”.

LEG