La pandemia ha asestado un golpe demoledor a la industria del espectáculo, pero el negocio de la edición musical, hasta hace poco de bajo perfil, está tomando un nuevo impulso gracias al furor de las ventas de catálogos de grandes artistas.

Poseer los derechos de los catálogos permite recibir regalías por cada uso de una canción, ya sea una descarga, una escena de una película o un anuncio publicitario, puede ser muy rentable a largo plazo.

Los inversores lo han detectado y están cada vez más interesados en este filón del mercado de la música, cuyos ingresos se han desplomado a causa de la crisis sanitaria.

Algunos acuerdos recientes han alcanzado precios récord, aunque no se han confirmado oficialmente: Bob Dylan vendió todo su catálogo a Universal Music Publishing por un estimado de 300 millones de dólares, mientras que Stevie Nicks habría obtenido 100 millones por su participación mayoritaria en el catálogo de la banda Fleetwood Mac.

El cantante canadiense-estadounidense Neil Young, el dúo cantante de Blondie y Shakira también firmaron acuerdos por montos que no trascendieron.

Lindsey Buckingham y Mick Fleetwood, los otros componentes de Fleetwood Mac, también anunciaron ventas, incluidas las de los derechos de Dreams, el éxito de 1977 que ahora suena insistentemente en Tik Tok.

Contraataque a la falta de conciertos

El aumento de los precios de los catálogos había comenzado antes de 2020, pero se disparó con la pandemia, explica Nari Matsuura, socio de Massarsky Consulting, una firma especializada en la evaluación de catálogos.

Privados de giras y presentaciones desde que estalló la pandemia de Covid-19, los músicos buscan ahora monetizar su catálogo, cuyo valor sigue aumentando.

Algunos deciden vender para aprovechar los altos precios actuales. Otros también podrían verse motivados por un eventual aumento inminente de los impuestos al capital en Estados Unidos con la llegada al poder de Joe Biden.

Para David Crosby, cantante y compositor estrella de los Byrds y cofundador de Crosby, Stills and Nash, que anunció la venta de su catálogo en diciembre, la pandemia es la mayor responsable, privando a los artistas de su primera fuente de ingresos: los conciertos.

Taylor Swift no puede contar sus éxitos por venderlos

La intérprete de Shake It Off y I Knew You Were Trouble no puede tener el control de las canciones que la lanzaron a la fama. La artista asegura que sus primeros seis álbumes fueron vendidos sin su consentimiento.

El año pasado la revista Variety dio a conocer que el magnate de la música Scooter Braun había vendido los activos por 300 millones de dólares.

“Hace unas semanas mi equipo recibió una carta de una compañía de capital privado llamada Shamrock Holdings informándonos de que habían comprado el 100% de mi música, videos y carátulas”, escribió la artista.

A Swift le pertenecen las letras de las canciones, mas no la melodía, por lo que volverá a grabar los discos Taylor Swift, Fearless, Speak Now, Red, 1989 y Reputation.

“Espero que comprendan que esta es mi única forma de recuperar el orgullo que una vez tuve al escuchar canciones de mis primeros seis álbumes y también de permitir que mis seguidores escuchen esos álbumes sin sentimientos de culpa por beneficiar a Scooter”, explicó en un comunicado.

El dato

El interés de los inversores en la industria también se ha visto apuntalado por el incremento de los ingresos del streaming, que parecen mostrarse estables a largo plazo, tienen tasas de interés bajas y proyecciones de ganancias confiables para los artistas que resisten bien la prueba del tiempo.

FRASE
“La razón principal es simplemente que todos estamos como en una jubilación forzada y no hay nada que podamos hacer al respecto. No habría vendido si no me hubieran obligado a hacerlo”, David Crosby, cantante y compositor estrella de los Byrds dijo lamentándose de la política de las plataformas de streaming, que en su opinión pagan migajas a la mayoría de los músicos, a excepción de los grandes nombres del momento.

LEG