Una enorme escultura de una vagina en el noreste de Brasil ha alimentado una guerra cultural entre liberales y conservadores, incluidos los aliados del presidente de extrema derecha Jair Bolsonaro.

Diva, la escultura de concreto y resina de 33 metros de la artista Juliana Notari, se encuentra en el sitio de un antiguo ingenio azucarero que se ha convertido en un museo al aire libre en el estado de Pernambuco.

Al presentar la obra la semana pasada, Notari dijo que mostraba tanto una vagina como una herida, cuestionando la relación entre la naturaleza y la cultura en una “sociedad falocéntrica y antropocéntrica”.

“Estos problemas se han vuelto cada vez más urgentes hoy”, escribió la artista en su página de Facebook junto a una serie de fotos de la enorme escultura de color rojo brillante, que tardó 11 meses en ser terminada por un equipo de 20 artesanos.

La obra de arte desencadenó un acalorado debate en las redes sociales, con más de 25 mil personas comentando la publicación de Notari en Facebook, tanto partidarios como críticos del trabajo.

“Con todo respeto, no me gustó. Imaginen que voy caminando con mis hijas pequeñas por este parque y ellas preguntando (…) Papá, ¿qué es esto? ¿Qué responderé?”, escribió un hombre.

En respuesta, una organización femenina escribió: “Con el debido respeto, puede enseñarle a sus hijas a no avergonzarse de sus propios genitales”.

El gurú político de Bolsonaro, Olavo de Carvalho, recurrió a Twitter para criticar el trabajo de Notari, aparentemente proponiendo una escultura de un pene gigante como desafío. Sus comentarios atrajeron casi 700 retuits, muchos de ellos cargados de críticas abiertas contra los izquierdistas.

LEG