Héctor Zagal

Héctor Zagal
(Profesor de la Facultad de Filosofía de la Universidad Panamericana)

¿Por qué nos vestimos? Quizás podríamos preguntarles a una de las parejas originales más importantes de Occidente: Adán y Eva. Antes de comer del fruto prohibido, ambos vivían desnudos en el Paraíso, gozando de las bondades del jardín de Dios. Pero esta desnudez fue descubierta hasta que comieron del árbol del bien y del mal. Sólo entonces vieron que estaban desnudos y entonces sintieron vergüenza. Cuando Dios los llama, ambos van vestidos con unos taparrabos que se han confeccionado con hojas de higuera. Esta vergüenza, surgida después de desobedecer a Dios y pecar, delata su mala obra. Ambos son expulsados del Edén.

El relato bíblico nos habla de la vestimenta como una necesidad que el género humano se provocó a sí mismo tras el pecado original. La antropología y etnología nos dicen que la vestimenta es necesaria para la supervivencia en diferentes entornos. Pero además, cada prenda tiene una carga simbólica. En nuestra época como en otras se distinguen los trajes de fiesta y ceremonia de aquellos de trabajo o de tiempo de ociosidad. Y no sólo eso, sino que la misma desnudez puede cumplir un papel social.

Cuando los europeos llegaron a América se escandalizaron por la poca ropa que llevaban varios de los pueblos originarios. Sin embargo, ¿qué tan desnudos estaban realmente? Las orejeras, las narigueras, la pintura sobre la piel, los tatuajes, aunque dejaran al descubierto algunas partes del cuerpo, eran un modo de vestimenta. Ir desnudo y desvestido no siempre son lo mismo.

El material del que pueden confeccionarse el vestido también puede obedecer a una cuestión simbólica o a una relacionada a la supervivencia. Por ejemplo, entre los mexicas, la clase noble usaba ropas de algodón. El resto del pueblo tenía que conformarse con fibras vegetales menos amables, como de maguey, por ejemplo. Siendo el clima de esta latitud tan noble, no era tan necesario preocuparse por el frío. Sin embargo, el frío se toma en serio en los polos.

La necesidad de procurarse ropa térmica impulsó a pueblos nórdicos a conseguir pieles para confeccionarse sus ropas. Tanto la inclemencia del frío como la ausencia de flora hacen que las pieles fuesen el mejor recurso para vestirse. Algunos consideran que los inuit son los primeros peleteros del mundo. En 1978 se descubrieron ocho cuerpos perfectamente conservados en Groenlandia. ¿Su edad? Más de 3,400 años. El frío extremo permitió que sus cuerpos estuvieran perfectamente conservados, lo mismo que su ropa. Lo sorprendente de ésta es su gran similitud con la vestimenta de los inuit hoy en día. Es decir, la moda inuit ha probado su eficacia durante milenios. Y es que este pueblo descubrió que no basta con cubrirse de pieles para soportar el frío, sino que es necesario crear una capa aislante del frío y conservar el calor. Esto lo consiguen con la formación de una capa de aire cerrada herméticamente entre dos pieles colocadas frente a frente según su lado liso.

El vestido de quienes viven en zonas tropicales y templadas puede parecer una locura para quienes tienen que enfrentarse a los fríos de los polos. El clima, y las prácticas culturales, dictan, antes que nadie, las tendencias de la moda.

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@hzagal

Profesor de la Facultad de Filosofía en la Universidad Panamericana