No hay una sola acción gubernamental a la que se le pueda atribuir una mejoría en los indicadores financieros, por ejemplo, en el tipo de cambio.

Al contrario, la falta de acciones concretas de la 4T en materia económica para responder a la pandemia de Covid-19 llevaron al peso en su relación frente al dólar a los niveles históricos que vimos hace unos meses.

Para acabar pronto, aquel domingo que el presidente Andrés Manuel López Obrador salió a anunciar que el plan económico de emergencia para apoyar a los trabajadores y las empresas era que no habría plan económico de emergencia, fue cuando se superó los 25 pesos por dólar.

La dinámica propia de la crisis sanitaria y su impacto en la economía, con la reapertura de muchas actividades económicas, han logrado un regreso de esos indicadores.

Por eso ahora que, así fuera de manera momentánea durante el inicio de las operaciones de ayer, el peso volvió a bajar de los 20 por dólar, vale la pena ver cuáles son las causas y ver si es algo sostenible en el tiempo.

Lo que ayer animó a los mercados fue una noticia similar a las que han mantenido un ánimo de recuperación financiera en el mundo. Las vacunas empiezan a dar resultados en sus investigaciones y poco a poco se vislumbran fechas para el inicio de su aplicación.

Pero es a partir de que los científicos dejen en manos de las empresas y de los políticos el resto del proceso de insaculación de miles de millones de personas cuando se podrá ver si, efectivamente, será en el corto plazo cuando esas vacunas contribuyan a la verdadera nueva normalidad.

En el caso de México, la adquisición y distribución de las dosis que se logren conseguir implicarán un conflicto político. Y no necesariamente del Gobierno federal con la oposición, sino al interior de la propia 4T.

Aquí no hay duda, el gran fracasado en el manejo de la pandemia ha sido el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell. No hay manera de poder adjudicarle una sola acción positiva en esta crisis.

Sin embargo, la responsabilidad final sube. No a su jefe inmediato, el ornamental secretario de Salud, Jorge Alcocer, sino del presidente López Obrador, quien, en un afán de no aceptar una equivocación, mantiene al subsecretario López-Gatell en la conducción de la pandemia.

No importan sus razones, pero ha llegado al nivel de no autorizar el registro, con su nuevo control de la Comisión Nacional de Prevención de Riesgos Sanitarios, de las pruebas rápidas de antígeno de detección de la Covid-19 que, por decisión propia, compró y aplica el Gobierno de la Ciudad de México.

Y cuando llegue el momento de discutir quién tiene facultades sobre el proceso de importación, distribución y aplicación de las vacunas contra el virus SARS-CoV-2, vendrá un nuevo pleito con la cancillería.

Ese será un encontronazo de pronósticos reservados, Marcelo Ebrard, el canciller, ha tomado en sus manos los proyectos más trascendentes de la 4T, desde la liberación del general Cienfuegos hasta la compra de las vacunas, y no permitirá que un personaje tan ambicioso como limitado impida que se pueda cerrar ese ciclo de vacunación de tan alta rentabilidad política.

 

                                                                                                           @campossuarez