Ahora que Zoé Robledo asegura que el reto para el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), es no esconder ni minimizar las casi 25 mil quejas que se han acumulado en lo que va de 2020, haría falta además, algunas reestructuras, como la Unidad de Atención al Derechohabiente, basta con voltear a ver a la Delegación Guanajuato, que lleva Marco Antonio Hernández Carrillo.

Pues resulta que en la cuna de la independencia llamó la atención las gestiones que habría dirigido el Jefe del Departamento de Adquisición de Bienes y Contratación de Servicios, Alejandro García Vanegas, ya que al cierre de la Junta de Aclaraciones para adquirir consumibles de impresión, se modificó radicalmente el contenido de las bases para finalmente requerir “cartuchos reciclados y usados”. En juego hay un contrato por un monto que superaría los 20 millones de pesos.

Estos principios chocan radicalmente con la filosofía del Gobierno federal e incluso con los de la propia Ley de Adquisiciones, Arrendamientos y Servicios del Sector Público, en donde se establece que se deben buscar las mejores condiciones en cuanto a calidad y precio.

Ante este escenario, en el sector corren sospechas de que el proceso LA-050GYR027-E353-2020 se ha confeccionado como un traje hecho a medida de AP Química Industrial, relacionada con Lorenzo Bujaidar Blackaller, firma que precisamente oferta cartuchos de Lexmark, marca que distribuye estos insumos como parte de un programa de reciclaje.

El caso resulta extraño, sobre todo porque los tóner son utilizados para imprimir las recetas con que se brinda tratamiento a los pacientes, sin olvidar que previamente ya se han comprado cartuchos a pesar de no ser totalmente nuevos, precisamente en abril pasado, también en Guanajuato, la declararon “ganadora” de la licitación LA-050GYR027-E55-2020, aún y cuando en otras delegaciones del IMSS habrían adquirido cartuchos un 40% por debajo del precio final, que sí son 100% nuevos.

Usted dirá pero creo que la Secretaría de la Función Pública, de Irma Eréndira Sandoval, deberá de estar atenta a la presentación de propuestas programada para hoy lunes (23 de noviembre).

Ganadores del Buen Fin

Llegó el final del Buen Fin 2020, diferente en muchos aspectos. Se desarrolló en medio de una pandemia con alto riesgo de contagio. Se extendió el período de tiempo a 12 días para tratar de aprovechar en mayor medida la limitante de la pandemia, y las empresas se tuvieron que adaptarse para aprovechar el comercio electrónico, cuyo valor de mercado en nuestro país, está alcanzando niveles récord de más de un billón de pesos. Por decirles algo, en 2011, el mercado valía 54,500 millones de pesos, en 2019 alcanzó 665,300 millones de pesos y ahora, está aumentando 52% aproximadamente. Hay 63 millones de usuarios en el país en comercio electrónico, aunque los usos más relevantes son para taxis o ubers, servicio de pagos, comida, despensa y la compra de ropa y accesorios.

Las ventas de 2019 en el Buen Fin ascendieron a 120 mil millones de pesos. Se espera que por el aumento en días, haya logrado un crecimiento entre el 1.5 y 2.0% con una mayor participación de puntos de venta, por pequeños negocios que se han incorporado. Se estiman hayan subido de 54,500 a 56,000.

Pero a niveles financiero y tecnológico no fue un Buen Fin para presumir, pues en el sector bancario más de uno tuvo problemas de diversas índoles en esta inusual y enorme operación. Algunos bancos fallaron en algunas de sus transacciones vía SPEI y hasta en la distribución de nóminas por momentos.

A diferencia, los sistemas de pagos, como E Global (BBVA y Citibanamex), que dirige Francisco Zago, y Prosa (Banorte, HSBC, Scotia Bank, Santander, Invex y Banjército), que comanda Alejandro Morales, se mantuvieron a la altura, pues enfrentaron un periodo sin precedentes en términos de tiempo y número de transacciones que pusieron a prueba sus sistemas.

                                                                                                                  @1ahuerta