Foto: Reuters "Haremos todo lo posible para devolver la confianza al país", dijo Sagasti en un discurso cuando recibió un amplío respaldo del Congreso  

LIMA.- Francisco Sagasti, un ingeniero industrial de 76 años, asume el mando de Perú apenas unos meses después de haber entrado a la política como legislador, una misión que pondrá a prueba su larga experiencia académica y de vida.

Sagasti, quien juró el cargo en el Congreso, tendrá por delante la tarea de no sólo desactivar el polvorín político sobre el que se encuentra el país, sacudido por fuertes protestas, sino también de encaminar una transición hasta julio del próximo año.

“Haremos todo lo posible para devolver la confianza al país”, dijo Sagasti el lunes en un discurso cuando recibió un amplío respaldo del fragmentado Congreso unicameral.

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El nuevo jefe de Estado, elegido en enero legislador por el centrista Partido Morado, completará el mandato gubernamental hasta julio del 2021, el que incluye elecciones generales el 11 de abril.

Sagasti, quien se convirtió en el tercer presidente de Perú en ocho días tras una convulsionada semana de protestas, tiene un largo currículum con estudios de ingeniería industrial en la Universidad Nacional de Ingeniería y una maestría y doctorado en la Universidad de Penilvania.

Ha sido consultor de organismos internacionales en temas de ciencia y tecnología como el Banco Mundial y la Comisión Económica de las Naciones Unidas para Latinoamérica (CEPAL) y la Organización de los Estados Americanos (OEA), pero nunca ha sido parte de un gobierno y es un recién llegado a la política.

Sin embargo, participó, sin quererlo, en uno de los acontecimientos más recordados de la historia reciente del país, cuando fue uno de los cientos de rehenes del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) en la residencia de la Embajada de Japón en Lima en el 1996.

Muchos criticaron que, durante el secuestro, Sagasti estableció un acercamiento con sus captores y que hasta pidió un “autógrafo” a uno de los líderes del grupo rebelde.

Sagasti no ha desmentido el hecho, pero explicó que fue en un contexto diferente antes de que fuera liberado y sin imaginar que los rebeldes iban a mantener 72 rehenes durante 126 días.

“Se lo dije al número dos de estos terroristas: ‘a mí me ha mantenido secuestrado tres días, por lo menos quiero de su puño y letra un reconocimiento de esto. ¿Está usted dispuesto a dármelo?’. Y dijo: ‘Sí'”, contó Sagasti en una entrevista a inicios de este año a la radioemisora local RPP.

La infancia del ahora mandatario, que vivió en uno de los barrios más pobres de Lima, también marcó su vida. “Aprendí lo que es vocación de servicio”, dijo en un video que preparó el mismo Sagasti para reseñar su vida.

El lunes, cuando fue designado por el Congreso para la tarea presidencial, el primer acto de Sagasti fue salir del Legislativo y se acercó a decenas de personas que esperaban la decisión del Congreso en el frontis y los saludó con la mano en alto, gesto que fue aplaudido por los manifestantes.

La designación de Sagasti podría calmar a la juventud peruana, que fue el motor de las recientes protestas y mostró hastío por los políticos tradicionales.

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Aunque la desconfianza está arraigada en un país en el que en las últimas dos décadas tres expresidentes estuvieron en prisión preventiva y otro se suicidó antes de su detención en medio de investigaciones por corrupción.

Sagasti, amante de la música clásica y compositor, también tiene experiencia en varias instituciones académicas y fundó hace cuatro décadas el Grupo de Análisis para el Desarrollo (GRADE), una de las instituciones más respetadas en Perú.

 

EAM