Juan Manuel Torres Esquivel

El pasado 7 de noviembre, Joe Biden fue electo como el próximo Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, ello tras una dura campaña en donde enfrentó al actual Presidente Donald Trump. Debido a la pandemia gran parte de la campaña se vivió en medios digitales, mismos que se volvieron un caldo de cultivo perfecto para la polarización y la manipulación en redes sociales. Sin embargo, a raíz de la polémica que generó la elección de 2016, empresas como Facebook, Twitter y Google no se quedaron con los brazos cruzados y en esta ocasión este clima no los agarró desprevenidos.

Meses previos a la campaña y durante ella, Twitter y Facebook principalmente lanzaron una serie de medidas y actualizaciones que buscaron disminuir las amenazas que en la elección pasada hicieron que su credibilidad se viera fuertemente minada. Una de las principales acciones que tomaron fueron las de limitar el discurso del odio en redes sociales, desactivando cuentas y comunidades enfocadas a exacerbar la polarización al interior de los Estados Unidos. Twitter mediante etiquetas en mensajes y Facebook eliminando comunidades completas. Si bien hasta el momento ninguna de las dos empresas ha logrado erradicar este discurso que vemos a diario, sí lograron generar una percepción de que finalmente algo estaban haciendo.

Una de las medidas más polémicas durante la campaña fueron las que tomaron ambas empresas para detener la desinformación en sus plataformas. Ello mediante la eliminación de mensajes o mediante etiquetas en donde advertía a los usuarios que la información presentada no era del todo exacta. Esta medida ocasionó la furia del presidente Donald Trump, quien en diversas ocasiones fue el blanco de estos mensajes. Ello por mensajes en donde comentaba que el COVID no era una amenaza para los estadounidenses o por declararse el ganador de la elección cuando aún el conteo no terminaba.

Asimismo, ambas redes tomaron la determinación de detener la viralización de información inexacta y la prohibición de la pauta de contenidos que manipulaban los contenidos reales para llevar a los usuarios información inexacta. Esta medida también fue ampliamente criticada principalmente por el ala republicana que cuestionó fuertemente en el Congreso a Jack Dorsey por detener la viralización de una nota del NY Post sobre el presunto fraude de los impuestos de Hunter Biden.

El senador republicano acusó al CEO de Twitter de censurar un contenido en su plataforma para beneficiar la campaña de su opositor, a lo que Jack Dorsey se limitó a contestar que mientras el medio no borrara el tuit, su cuenta seguiría limitada, pues el mensaje violaba sus reglas y no harían excepciones. Una dura postura para un empresario que se enfrentaba a las críticas de los republicanos en el Congreso estadounidense, sin embargo esta determinación ayudó a mejorar la percepción pública de las compañías de Silicon Valley.

Otras de las acciones que Facebook y Twitter tomaron para proteger la elección fueron menos polémicas, pero también fueron ampliamente celebradas por los expertos en comunicación como es el caso de las etiquetas a los candidatos para facilitar la identificación de los usuarios, la prohibición de pauta de cualquier tipo en Twitter, las limitantes a las pautas de temas políticas y sociales en Facebook así como la colaboración con autoridades gubernamentales para la desactivación de cuentas extranjeras que intentaban intervenir en el proceso estadounidense. Pese a este enorme despliegue de estrategias para limitar las críticas desde los partidos políticos, aún persistentes las críticas y mientras los simpatizantes de Trump acusaron a los empresarios de querer favorecer a Biden, los demócratas los acusaron de no hacer lo suficiente para detener el discurso de odio y la polarización de la nación.

Las elecciones de 2016 dejaron a luz pública las enormes carencias que las plataformas digitales brindaban a los usuarios que navegaban en ellas. Así como lo sencillo que era para gobiernos extranjeros y agentes políticos internos manipular a la opinión pública digital a través de la desinformación y las Fakenews. No obstante, estas elecciones han sido un parteaguas pues transformaron a la industria digital. Ahora los estrategas políticos tendrán que replantear los mecanismos con los que manejan la comunicación en los medios sociales. Aún restan muchos retos por vencer para Twitter y Facebook, principalmente el discurso de odio y la polarización en la red social, sin embargo ello no demerita todo el trabajo que pusieron para controlar el discurso en este proceso electoral.

¡Vaya que a los mexicanos nos hubiera servido una etiqueta similar a la que le pusieron a Donald Trump tras declararse ganador, en la ya lejana elección de 2006!

 

ICA