Los gobernadores aliancistas bien pueden esperar sentados la prometida reunión con el presidente Andrés Manuel López Obrador.

Si tenían alguna esperanza de que cambiara la posición del mandatario, ayer les quedó claro que si ocurre dicha reunión, será para platicar de béisbol o del clima.

Porque la distribución del presupuesto ya está hecha y salvo una desgracia nacional -un terremoto o algo así-, la instrucción que tienen los diputados de Morena es no moverle ni una coma al documento que recibieron de la Secretaría de Hacienda hace unos días.

Sí habrá jaloneos, como siempre, en la redistribución del presupuesto entre Secretarías: que si más para el campo, que si la educación, que si la salud, pero respecto al gasto federalizado o las participaciones a las entidades federativas, nada.

Y menos aún cuando el propio Presidente dijo ayer que los gobernadores “le han faltado al respeto’’ y que el asunto del presupuesto no tiene que ver con “ocurrencias o politiquerías’’.

¿Así o más claro?

El problema es que, independientemente de las necesidades reales de recursos que tienen los estados, la discusión del presupuesto para el 2021 tiene una enorme carga electoral.

El Gobierno federal, al margen de la astringencia económica, no quiere dar su brazo a torcer porque cree -con razón o sin ella-, que los recursos irán a parar a las campañas políticas de todos los partidos, incluido Morena.

Y a ver quién es el guapo que lo convence que no será así y que los recursos van a parar en obras públicas y en insumos para la salud.
Todo, ahora tiene que ver con las elecciones de junio próximo.

No importa que haya un superdelegado en cada estado que todo lo vigila -ajá-, y que los controles sobre el gasto se hayan incrementado -doble ajá-.

Así que puede darse la reunión entre los gobernadores aliancistas y López Obrador pero, como dijo no hace mucho el propio Presidente, “parafraseando al finadito Héctor Suárez, no hay, no hay’’.

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Durango volvió al semáforo rojo y Sonora aprobó una ley para hacer obligatorio el uso del cubrebocas.

Aquí en la capital del país, el presidente López Obrador dijo que “si algún día se pone la mascarilla, será por respeto a los demás’’.

Pues como que ya se tardó.

Ayer la Secretaría de Salud reportó 493 muertes más por Covid-19 y 5,250 nuevos contagios.

Si el ritmo de contagios y muertes sigue, este mes llegaremos al millón de contagios y superaremos los 100,000 muertos, un récord nada envidiable.

Pero en estados con altos contagios, como la Ciudad de México, las autoridades se niegan a adoptar medidas radicales por la razón de que en esta temporada -el buen fin, el cierre del año, la Navidad-, la actividad económica recupere algo de lo perdido.

Decretar un segundo confinamiento será sumar dos o tres puntos más a la caída de la economía nacional y ese sí que sería un escenario apocalíptico.

¿Qué queda? Que cada quien se responsabilice de su cuidado.

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Al cierre de este espacio Joe Biden ganaba 88 de los 270 votos de los colegios electorales de los estados para ser presidente de los Estados Unidos; Donald Trump tenía en su bolsa el triunfo en 77 estados.

Habían comenzado también algunas manifestaciones en las cercanías de la Casa Blanca pidiendo el fin del racismo, pero hasta ese momento nada que lamentar.

A ver este día.

LEG