Foto: Reuters Es originaria de Nueva Orleans, estudió en la Escuela de Derecho de Notre Dame, donde destacó por su excelencia  

La Corte Suprema de Estados Unidos recibió a quien ocupará el cargo vitalicio de la fallecida jueza Ruth Bader Ginsburg, que se caracterizó por ser una mujer progresista, apoyar a grupos vulnerables y siempre promover la igualdad de género.

Bader, durante su ejercicio de casi 30 años, contribuyó en la aprobación de leyes como la del aborto y el matrimonio entre personas del mismo sexo. Por tal motivo, el presidente republicano Donald Trump, a ocho días de las elecciones del 3 de noviembre (el pasado lunes), confirmó el nombramiento de su candidata: “La familia Barrett ha capturado el corazón de Estados Unidos. Es ideal que la jueza Barrett ocupe el asiento de una verdadera pionera para las mujeres, Ruth Bader Ginsburg“.

Y ella replicó: “El juramento que he tomado significa que haré el trabajo sin temor o favor y que lo haré de manera independiente de las opciones políticas y de mis propias preferencias”.

Muchos no estuvieron de acuerdo con la nominación, pues consideraban que la campaña presidencial distraería de la decisión de la Corte, además de que la candidata de Trump representa todo lo contrario a su antecesora, pues la describen como una mujer fiel a sus creencias religiosas y temen que sus decisiones estén basadas en su credo y no en lo que marca la ley.

Coney Barret causó revuelo, pues es considerada como la antítesis de Bader, y creen que, en lugar de hacer avanzar las leyes, las hará retroceder. Ella ha respondido: “Los jueces no son legisladores y tienen que dejar a un lado cualquier opinión política”.

Se piensa que Trump la eligió como parte de su estrategia, primero, para tener una mayoría de miembros conservadores en la Corte, y con esto cambiar aspectos como la atención médica y el aborto. Asimismo, para acercarse a otro grupo importante de votantes: las mujeres cristinas, quienes se identifican con Amy, ama de casa y profesionista.

Coney Barret, de 48 años de edad, es madre de siete hijos, dos de ellos adoptados de Haití y uno con necesidades especiales. Es originaria de Nueva Orleans, estudió en la Escuela de Derecho de Notre Dame, donde destacó por su excelencia.

Como jueza de la Corte Suprema, ¿seguirá las leyes formales o las de Dios?

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