El pasado domingo, Chile vivió otro momento histórico en su larga trayectoria política contemporánea. Por la vía de un ejercicio democrático como es el plebiscito, millones de ciudadanos chilenos votaron para que, de una Asamblea Constituyente, surja una nueva Constitución que sustituirá la elaborada por el dictador Augusto Pinochet, cerrando así el capítulo del pasado ignominioso de esa nación hermana.

La Asamblea Constituyente que redactará el nuevo contrato social chileno será electa por voto popular que, además, tendrá una integración paritaria, es decir, ningún género podrá tener un máximo de 78 hombres o mujeres de los 155 que la integrarán. Lo que podrá garantizar una Constitución con perspectiva de género.

Sobre los contenidos, los temas relevantes que se debaten en el país sureño destacan los relativos a los derechos sociales que se deben garantizar como la salud, la educación, pensiones, seguridad social, el reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas, los mecanismos de participación ciudadana, entre otros.

El régimen político es otro de los temas claves que se debaten, lo que equivale a poner en la mesa el presidencialismo que rige actualmente. Hoy, parte de la discusión es encontrar un equilibrio de poder entre el Presidente y el Congreso. La definición que resuelvan, sin duda, tendrá una repercusión en toda América Latina.

Chile una vez más es ejemplo para el mundo, ayer cambió radicalmente la perspectiva mostrando la posibilidad de un cambio político por la vía electoral, cuando la lucha armada era la que en los años 70’s imperaba. La dictadura de Pinochet truncó el camino y sumió al país en una etapa oscura de su historia, que se rompió con la transición a la democracia, también por un plebiscito, en la década de los 90’s.

La tenacidad de Salvador Allende, con el plebiscito del pasado domingo, cobra nuevos bríos, sí existe una vía chilena que abre las grandes alamedas. Con el ejercicio democrático cierra su episodio triste y revive la esperanza en la transformación democrática con nuevas y renovadas perspectivas.

Al final de la historia, la convicción democrática de Allende le gana la partida a la dictadura impuesta por Pinochet. La elaboración de una nueva Carta de Derechos, que descarta la del dictador, abre un nuevo mañana para los hermanos chilenos.

El resultado del plebiscito pasado no es el final del camino, pero sí representa un nuevo comienzo, es retomar el camino para construir una sociedad libre y justa, acorde al nuevo siglo. Al final, con el plebiscito, se logró consumar la derrota de Pinochet.