Desde el inicio de la pandemia, en el primer trimestre de este año, Europa ha sido un referente en cuanto al impacto que en ese continente ha tenido el coronavirus SARS-CoV-2. El reciente repunte en el número de contagios ha orillado a los líderes regionales a retomar medidas de extrema urgencia y recular frente a los avances que se habían registrado en meses recientes.

Los focos rojos en Europa deberían prender las alertas en México. Europa fue una de las primeras zonas en las que se registraron incrementos alarmantes en el número de infectados y decesos. Muchas fueron las críticas que los gobiernos de Italia, España, Reino Unido o Francia, por citar algunos, recibieron por las decisiones adoptadas desde el mes de febrero en medio del desconocimiento generalizado sobre el comportamiento de este nuevo coronavirus.

Pasados los meses, puestas en marcha las diversas estrategias para contener la pandemia y con un altísimo costo económico, Europa confrontó la propagación del Covid-19. En junio, la tendencia creciente se revirtió y comenzó un importante descenso en el número de casos. No cabe duda que había funcionado el estricto confinamiento, el cierre de fronteras y la reducción de las actividades productivas.

De manera escalonada, las puertas del encierro se fueron abriendo. Los alumnos regresaron a las aulas, reabrieron restaurantes y bares y la gente retornó a sus lugares de trabajo. Vino una etapa de relajamiento, llamada por los expertos de la Organización Mundial de la Salud “fatiga de pandemia”, sin duda resultado del hartazgo ante las restricciones impuestas desde las más altas esferas del poder.

El regreso masivo de la gente a los lugares públicos se tradujo de inmediato en una segunda ola de contagios. La región comenzó a registrar un preocupante incremento en el número de infectados y en la ocupación hospitalaria. Si bien la tasa de mortalidad se ha reducido, la situación en términos de contagio pareciera nuevamente haber rebasado a las autoridades.

De ahí la decisión casi conjunta de volver a un estado de emergencia. Francia, España, Italia y Alemania han anunciado nuevas medidas de confinamiento. Si bien éstas son menos estrictas que las adoptadas en primavera, en esta ocasión se busca frenar la propagación del Covid-19 ante la inminente llegada del invierno.

“El virus circula en Francia a una velocidad que ni los más pesimistas vaticinaban”, dijo el presidente galo, Emmanuel Macron, cuyo país podría verse “sobrepasado por una segunda ola que sin duda será más dura que la primera”.

Sin duda lo que acontece en Europa debería alertar a las autoridades mexicanas. Nuestro país vive una evidente situación de relajamiento y negligencia de la población frente al virus. Basta con salir de casa para constatar calles y comercios abarrotados. Las reuniones sociales no dejan de realizarse, cada vez más numerosas y con menos medidas de seguridad sanitaria.

De no impulsarse una nueva ola de concientización, muy pronto podríamos vernos en la misma situación que las naciones europeas. Y lo más fácil será, como siempre, culpar a las autoridades, sin ese necesario ejercicio de autocrítica al cual debe someterse todos los días la ciudadanía.

Segundo tercio. Los esfuerzos de difusión gubernamental que se expresan en campañas publicitarias deberían estar enfocadas a prevenir la propagación del Covid-19.

Tercer tercio. Ejemplar ha sido la decisión del Gobierno mexicano de mantener escuelas y universidades cerradas. Abrirlas representaría poner en situación de riesgo a millones de jóvenes y sus familias.

                                                                                                          @EdelRio70