Luis Miguel Martínez Anzures

En un interesante artículo de 2012 publicado en el New York Review of Books, el poeta norteamericano Charles Simic declaraba que la humanidad está viviendo en la Era de la Ignorancia. Una afirmación fuerte y poderosa en su esencia.

Desencantado por las manifestaciones culturales estadounidenses, donde en algún momento el grueso de la población llegó a creer que Saddam Hussein había sido responsable de los ataques del 11 de septiembre o que Obama era musulmán, Simic denunció lo que desde su concepción es una “rebelión de mentes opacas en contra de la inteligencia”, motivo por el cual refería que era acertado pensar, que al igual que Sidney Hook, “la estupidez es una de las grandes fuerzas de la historia”, todo lo cual es bastante conveniente para la clase política que “resiente a todo aquel que muestra la habilidad de pensar de manera seria e independiente”.

Basado en su observación como profesor universitario de literatura, los jóvenes son cada vez más ignorantes y pasan de la escuela a la universidad sin estar preparados, pero, sobre todo, adoleciendo en conocimientos de historia. Esto mismo lo detectó Douglas Rushkoff en su libro Present Shock: en donde refiere que, inundados por enormes cantidades de información noticiosa, los estudiantes pierden la noción de las grandes narrativas, de la continuidad del tiempo y la memoria. Todo es un perpetuo y atiborrado “ahora”. La inmediatez gana a la capacidad reflexiva que los individuos presentaban en décadas pasadas.

En el mismo sentido, el exprofesor de Cambridge, Terry Eagleton, ha expresado en la introducción de su libro: “Una Introducción a la Teoría Literaria”, la influencia neocapitalista sobre la educación superior, considerando que las universidades son administradas como negocios y que las humanidades están al borde de desaparecer puesto que no pueden competir en la producción de capital con otras carreras. Éste critica a la organización del sistema educativo y su permanente interacción con la mercadotecnia, como la principal causa en el incumplimiento de la formación de calidad de nuevos estudiantes con capacidades cognitivas eficientes.

Las impresiones de Simic narran sobre los estudiantes en Estados Unidos, el país con la presencia mediática más incisiva del mundo, a la vez también, es el país que más influencia tiene en el globo terráqueo, siendo una especie de oficina central de adoctrinamiento cultural global. En este sentido, desde la perspectiva del autor, algunos países obtienen lo peor de los dos mundos, ya que son colonizados cultural y económicamente, pero no reciben los beneficios materiales de la libre economía y se ven obligados a consumir objetos (como ropa o gadgets) y productos culturales de baja calidad.

Simic hace hincapié en que una de las cosas que se están perdiendo es el conocimiento de la historia, ya que atrapados por el nuevo smartphone que hace desechable todo lo demás (incluyendo la memoria), sin una noción histórica, los individuos son fácilmente manipulables, debido a que no tienen el alcance de visión para percibir que los políticos están recurriendo a los mismos trucos o a las mismas falsas promesas que han utilizado antes, sin entregar nunca resultados.

Ante este escenario, el poder de la democracia pudiera estar malinterpretándose, debido a que el ejercicio de libertades informativas es limitado en la praxis, toda vez que las personas tienen una limitada capacidad para seleccionar adecuadamente a sus proveedores de datos. Urge repensar la utilidad de los medios tecnológicos en los procesos de formación educativa.

                                                                                                                                      @Drlmma56