Ángel Álvaro Peña

El aumento de número de partidos políticos en México siempre acarrea inconformidades y se señalan culpas que muchas veces no se ajustan a la lógica, aunque a pesar de ello se ajusten a la realidad. Toda una contradicción propia de la práctica política.

Ante este panorama, los ofendidos esta vez fueron Margarita Zavala, y Felipe Calderón, el único expresidente que ha querido formar un partido político después de Porfirio Díaz. Aseguran que el presidente de la república intervino para que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación le negara el registro condicionado a México Libre, cuando en realidad si a alguien le conviene que hubiera dos partidos de derecha es a Morena.

Hay que tomar en cuenta que el PAN fue el segundo lugar en las elecciones, muy lejos del primer lugar, pero segundo lugar, al fin y al cabo. Así, la supuesta aparición de México Libre dividiría ese segundo lugar y podría mandar al PAN a un tercer lugar electoral ante el voto que favorecería a la organización de Margarita y Felipe, el cual se conformaría con hacerle daño a su antigua organización y a alcanzar el mínimo del 3 por ciento de la votación emitida para seguir adelante.

Las irregularidades de México Libre no fueron pocas, pero una de las razones fundamentales fue el hecho de que ni el INE ni el Tribunal Electoral pueden otorgar el registro condicionado a un partido cuyo líder está a punto de ser llamado a comparecer en un juicio donde se le puede implicar de tal manera que se quede en Estados Unidos y no precisamente en un hotel.

El gobierno federal sabía que si el Tribunal Electoral no le otorgaba el registro a México Libre tendría la recriminación diaria de los afectados, es decir, de Felipe y Margarita, quienes nunca se han quedado callados, aunque sea para decir incongruencias o lanzar mentiras a los cuatro vientos.

Calderón y Fox, ambos panistas en el momento de ejercer el poder, rompieron el tradicional silencio que caracterizó a los expresidentes por mucho tiempo, esto le sirve al gobierno federal porque sus declaraciones mientras más estridentes más sirven de distractor de la política real del país.

En realidad, el análisis sobre los nuevos partidos no puede limitarse a una simple anécdota que hace ruido porque hay muchos agradecidos con Calderón que regaló millones de pesos a los medios y hay que seguir obedeciendo órdenes.

Lo cierto es que el hecho de que se le haya dado el registro a Redes Sociales Progresistas y al eminentemente religioso PES no habla de una parcialidad en el fallo sino de una manera de colocar alrededor del Presidente de la República y su gente, que no está precisamente instalada en Morena, la fuerza necesaria como para ganar las elecciones en 2024; es decir, podrían unirse a Morena, pero este partido ya no sería el gran preferido de los mexicanos sino uno más de los diferentes partidos que arroparían a Ebrard, a Monreal, a Sheinbaum, o a cualquiera que pueda convertirse en candidato a la Presidencia de la República.

La aprobación de estos dos partidos habla también de la decadencia de un partido político que en dos años no aprendió a ser un partido en el poder, se comportó como oposición y se dedicó a celebrar el triunfo de López Obrador sin trabajar en su interior. Ni siquiera fue capaz de abrir una escuela de cuadros para crear líderes sólidos y candidatos convencidos.

Esto quiere decir que la 4T sigue, pero ya no con un solo partido, Morena será sólo un punto de referencia histórico que podría allanar el camino de los candidatos, pero no darle el triunfo de manera tan definitiva como se lo dio en 2018.

La aparición de nuevos partidos que tendrán que competir por esta única vez solos, anuncia también el desgaste de los partidos que existen. No de algunos sino de todos. La falta de alternativas es tan evidente que se espera que haya un gesto, una palabra, un candidato, un líder que pueda pronunciar la palabra mágica de la inconformidad para darle a los nuevos partidos un nuevo rumbo, aunque este rumbo a fin de cuentas esté marcado y etiquetado desde ahora en el panorama electoral.

El sistema de partidos tendrá también su propia transformación, la democracia mexicana será también removida y la conciencia de los mexicanos tendrá nuevos elementos para fortalecerse. La gente ya no se deja engañar tan fácilmente como antes, sabe el origen y el destino de decisiones y disposiciones vengan de donde vengan. Conoce perfectamente en quién creer y en quién no.

También es posible que haya partidos que en estas elecciones pierdan su registro para hacer más equilibrado el gasto de las campañas en 2024 y se crearán alianzas y coaliciones que no nos sorprenderán, pero sí serán uniones inéditas y condiciones diferentes, incluso podrían implicar reformas electorales que el pueblo deberá avalar.

La aparición de nuevos partidos conlleva a nuevos escenarios, aunque la ideología de las flamantes organizaciones políticas nuevas sea confusa, ambigua y hasta inexistente. Se trata de corrientes de pensamiento político demasiado abiertas como para encajar en cualquier otro esquema, como para montarse en un partido y seguir como satélite electoral como lo fueron en su momento el PPS y el PARM, entre otros.

El próximo 6 de junio habrá 10 partidos en las boletas, los ciudadanos deberán estar muy atentos para conocer por quién votan. PEGA Y CORRE. – El robo de los medicamentos contra el cáncer es un robo político, los delincuentes no tienen cámaras para conservarlos, lo que se quiere es que se gaste de nuevo en las medicinas y se desgaste al poder, ya que no pueden venderlos ni cambiarlos por otro producto. Es la guerra electoral con víctimas inocentes… Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.

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